A lo largo de la vida de un europeo medio, éste convive con más de 100.000 sustancias químicas artificiales, entre las que se encuentran: plásticos, plaguicidas, aditivos, residuos industriales y abonos.
En enero del 2007, la UE inició un proyecto de Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas (REACH, por sus siglas en inglés), destinado para el control y el correcto uso de éstas (donde no se perjudique la salud de la sociedad ni del medio ambiente). Por ello en este estudio se evaluarán los riesgos de todas estas sustancias y, siempre y cuándo se pudiese, eliminarlas o sustituirlas por otras que fuesen menos perjudiciales.
Esta iniciativa impregna a la nueva directiva sobre productos agrícolas, donde tras un estudio de la Agencia Química Sueca se ha considerado necesaria la retirada de 22 productos químicos (plaguicidas, fertilizantes…). Dichos productos deben ser eliminados del uso agrícola y ser sustituidos por otros menos nocivos debido a que son sustancias especialmente cancerígenas, mutágenas (pueden llegar a producir alteraciones genéticas hereditarias) y disruptores endocrinos (es decir, pueden alterar el correcto funcionamiento del sistema hormonal, y con ello la salud). Para la europarlamentaria del PP, Pilar Ayuso, debería considerarse la necesidad de ver el efecto real que tiene cada sustancia en función de la dosis y de la aplicación, dado que “nos jugamos mucho con la producción agrícola”. Desde la UPA (Unión de Pequeños Agricultores), se advierte que aún dentro del margen establecido de cinco años para encontrar alternativas a los productos, estos son insuficientes y han pedido “una moratoria que permita ganar tiempo para investigar y poner en marcha alternativas”. Se advierte que hay cultivos que dependen del uso de una o dos sustancias y que su retirada implicaría la pérdida de las cosechas, al permitir entonces que las plagas tengan ocasión de mutar y hacerse más resistentes. Es por ello que la UE ha decidido dividir el territorio europeo en tres zonas: Mediterránea (donde está España), Nórdica y Centroeuropea, donde en cada zona atendiendo principalmente a criterios climáticos, será obligatorio el reconocimiento mutuo de las sustancias.
La segunda parte del “paquete pesticidas” (la directiva sobre su uso sostenible), restringe el ámbito de uso de pesticidas, estableciéndose zonas barrera para proteger organismos acuáticos, y en sí a la propia fauna y flora, y se prohíbe la pulverización aérea (salvo excepciones) y su uso en zonas frecuentadas por el público (parques, zonas escolares, áreas deportivas y hospitales, entre otras). Esta medida podría favorecer a aquellos animales, como el quebrantahuesos, que se encuentran amenazados por el uso irresponsable de sustancias altamente tóxicas cuyo uso primario fue de pesticidas y que hace 25 años aún era legal su uso, como veneno eficaz para acabar con predadores, y dichas sustancias hoy en día están prohibidas siendo un delito tipificado. El uso de cebos envenenados está prohibido desde 1983, aunque se mantiene sobre todo en cotos de caza menor, por la creencia de que eliminando alimañas aumentará la población de especies cinegéticas como conejos o perdices. Quienes luchan por la erradicación del uso de cebos envenenados, mantienen que la escasez de caza se debe a que se ha producido una alteración del hábitat por este uso. Especies extinguidas en Andalucía, como el mencionado quebrantahuesos, precisamente por esta plaga, se están viendo también afectadas en los programas actuales de reintroducción. Debemos mencionar como dato que entre 1990 y 2006 aparecieron 94 águilas imperiales muertas por veneno.
Por estos y muchos otros más motivos debemos plantearnos, que siendo importantes las medidas actuales adoptadas para un uso sostenible de sustancias químicas, se tendrían que endurecer las medidas para la aprobación del uso de nuevos productos, ya que hacen depender las cosechas de los agricultores y ponen en riesgo la vida y existencia de la flora y fauna autóctonas. Sin embargo todo esto solo es factible dentro de la UE, ya que la misma no controla las fronteras, pudiéndose introducir productos que contengan las sustancias prohibidas dentro del territorio europeo, ya que su procedencia es de países cuyas medidas sean menos estrictas y consecuentes. Es por ello por lo que las medidas adoptadas son tan solo el comienzo de la erradicación de un problema mucho más magnificado.
En enero del 2007, la UE inició un proyecto de Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas (REACH, por sus siglas en inglés), destinado para el control y el correcto uso de éstas (donde no se perjudique la salud de la sociedad ni del medio ambiente). Por ello en este estudio se evaluarán los riesgos de todas estas sustancias y, siempre y cuándo se pudiese, eliminarlas o sustituirlas por otras que fuesen menos perjudiciales.
Esta iniciativa impregna a la nueva directiva sobre productos agrícolas, donde tras un estudio de la Agencia Química Sueca se ha considerado necesaria la retirada de 22 productos químicos (plaguicidas, fertilizantes…). Dichos productos deben ser eliminados del uso agrícola y ser sustituidos por otros menos nocivos debido a que son sustancias especialmente cancerígenas, mutágenas (pueden llegar a producir alteraciones genéticas hereditarias) y disruptores endocrinos (es decir, pueden alterar el correcto funcionamiento del sistema hormonal, y con ello la salud). Para la europarlamentaria del PP, Pilar Ayuso, debería considerarse la necesidad de ver el efecto real que tiene cada sustancia en función de la dosis y de la aplicación, dado que “nos jugamos mucho con la producción agrícola”. Desde la UPA (Unión de Pequeños Agricultores), se advierte que aún dentro del margen establecido de cinco años para encontrar alternativas a los productos, estos son insuficientes y han pedido “una moratoria que permita ganar tiempo para investigar y poner en marcha alternativas”. Se advierte que hay cultivos que dependen del uso de una o dos sustancias y que su retirada implicaría la pérdida de las cosechas, al permitir entonces que las plagas tengan ocasión de mutar y hacerse más resistentes. Es por ello que la UE ha decidido dividir el territorio europeo en tres zonas: Mediterránea (donde está España), Nórdica y Centroeuropea, donde en cada zona atendiendo principalmente a criterios climáticos, será obligatorio el reconocimiento mutuo de las sustancias.
La segunda parte del “paquete pesticidas” (la directiva sobre su uso sostenible), restringe el ámbito de uso de pesticidas, estableciéndose zonas barrera para proteger organismos acuáticos, y en sí a la propia fauna y flora, y se prohíbe la pulverización aérea (salvo excepciones) y su uso en zonas frecuentadas por el público (parques, zonas escolares, áreas deportivas y hospitales, entre otras). Esta medida podría favorecer a aquellos animales, como el quebrantahuesos, que se encuentran amenazados por el uso irresponsable de sustancias altamente tóxicas cuyo uso primario fue de pesticidas y que hace 25 años aún era legal su uso, como veneno eficaz para acabar con predadores, y dichas sustancias hoy en día están prohibidas siendo un delito tipificado. El uso de cebos envenenados está prohibido desde 1983, aunque se mantiene sobre todo en cotos de caza menor, por la creencia de que eliminando alimañas aumentará la población de especies cinegéticas como conejos o perdices. Quienes luchan por la erradicación del uso de cebos envenenados, mantienen que la escasez de caza se debe a que se ha producido una alteración del hábitat por este uso. Especies extinguidas en Andalucía, como el mencionado quebrantahuesos, precisamente por esta plaga, se están viendo también afectadas en los programas actuales de reintroducción. Debemos mencionar como dato que entre 1990 y 2006 aparecieron 94 águilas imperiales muertas por veneno.
Por estos y muchos otros más motivos debemos plantearnos, que siendo importantes las medidas actuales adoptadas para un uso sostenible de sustancias químicas, se tendrían que endurecer las medidas para la aprobación del uso de nuevos productos, ya que hacen depender las cosechas de los agricultores y ponen en riesgo la vida y existencia de la flora y fauna autóctonas. Sin embargo todo esto solo es factible dentro de la UE, ya que la misma no controla las fronteras, pudiéndose introducir productos que contengan las sustancias prohibidas dentro del territorio europeo, ya que su procedencia es de países cuyas medidas sean menos estrictas y consecuentes. Es por ello por lo que las medidas adoptadas son tan solo el comienzo de la erradicación de un problema mucho más magnificado.
Judith González.
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