domingo, 27 de marzo de 2011

La mirada pedagógica: Buenas prácticas educativas

Habitualmente, las sesiones de evaluación o reuniones de equipos educativos suelen dejarme un sentimiento de enfado que me dura algunos días. La semana que concluye padecí, junto con mis colegas de instituto, la ración trimestral de evaluaciones y, extrañamente, apenas experimenté ningún mosqueo. "Te estás volviendo viejo" - pensé, y no le di más importancia.
Sin embargo, debo decir que al poco tiempo volví a sentir el mismo sordo cabreo de todos los finales de evaluación, de todos los momentos en que uno se siente obligado a hacer una reflexión sobre el sentido de su trabajo. mejor dicho, sobre el sinsentido del trabajo colectivo del que forma parte. ¡Uf, qué alivio! Ya vuelvo a ser el de siempre.
Como contraste, adjunto el enlace a la última entrada de uno de los blogs más sensatos que conozco sobre educación:
La mirada pedagógica: Buenas prácticas educativas

Y también merece la pena darse una vuelta por:
http://incompetenciasbasicas.blogspot.com/

Que os aprovechen.

domingo, 13 de marzo de 2011

TERREMOTO Y TSUNAMI EN JAPÓN

Si hay un país preparado para minimizar los efectos de un potente seismo, ése es Japón. Tecnología, cohesión social, recursos científicos, financieros y humanos, y, sobre todo, muchísima experiencia histórica... Todos, absolutamente todos los factores, confluyen en hacer de la japonesa una sociedad especialmente bien preparada para reducir a su mínima expresión los efectos de un terremoto.
Por todo lo anterior, hay que suponer que este mismo terremoto, de una intensidad de 8.9 en la escala de Richter, habría producido unos daños casi inimaginables de haberse abatido sobre otros países como, por ejemplo, Haití, donde otro de bastante menor peligrosidad (medida de la intensidad del fenómeno) causó la tremenda catástrofe que todos recordamos.
Lo peor del terremoto de Japón parecen haber sido sus efectos derivados: el tsunami y, tal vez, la explosión en una central nuclear, cuyo alcance está aún por conocer. Esta animación de la NOAA norteamericana nos ayuda a hacernos una idea de cómo se genera y transmite el tsunami por todo el océano Pacífico.

sábado, 5 de marzo de 2011

DIÁLOGO MUY DIDÁCTICO SOBRE EL CALENTAMIENTO GLOBAL



Estudiante preguntón (EP).- Se dice que en la actualidad el clima de nuestro planeta está cambiando, pero ¿no ha habido ya otros cambios climáticos en la historia de la Tierra?

Profesor sabihondo (PS).- Sí, ha habido muchos (4550 millones de años dan para mucho), y el clima del planeta ha oscilado entre períodos glaciales (el hielo cubría la mitad de Europa y Norteamérica hace algunas decenas de miles de años) y otros en los que el clima tropical llegaba hasta Canadá o la Antártida.

Aquí sería conveniente sacar a colación las causas naturales de todos estos cambios climáticos, para poder distinguirlos del calentamiento actualmente en marcha. Estas causas son muy variadas: cambios periódicos en los parámetros orbitales de la Tierra, formación y fragmentación de supercontinentes, épocas de mayor actividad magmática en el manto terrestre, etc.

EP.- En los momentos actuales, ¿está cambiando el clima terrestre? ¿Hay pruebas convincentes de este supuesto cambio?

PS.- Hay multitud de pruebas directas e indirectas, y constantemente se descubren más. Todas juntas hacen muy difícil negar la conclusión de que el planeta se calienta, lenta pero progresivamente, desde al menos hace un siglo. Estas referencias pueden ilustrar las principales pruebas a favor del calentamiento global antrópico.

EP.- Muy bien, se calienta, pero eso ya ha pasado otras veces, antes de la existencia de nuestra especie. ¿Podemos estar seguros de que esta vez la razón del calentamiento no es una causa natural, sino que es el famoso CO2?

PS.- Hay muchos indicios que, en su conjunto, apuntan a que, al menos un 70% del calentamiento registrado, se debe a la inyección en la atmósfera de CO2 y otros gases de “efecto invernadero” (el que más contribuye es, con mucho, el CO2) procedentes sobre todo de la combustión de carbón, petróleo y gas (los combustibles fósiles) en vehículos, industrias, etc... Gran parte del calentamiento restante vendría de la deforestación, que también es una acción humana.

Dos documentos que proporcionan información rigurosa, escrita por especialistas, son el informe del IPCC y otro informe con las pruebas más recientemente encontradas.

EP.- Vale, de acuerdo, las sociedades industriales son responsables de este calentamiento, pero a lo mejor no es tan grave. ¿Qué daño pueden hacernos 3 o 4 grados más?

PS.- Las predicciones para los próximos 100 años van siendo más fiables (hasta cierto punto) según va aumentando la potencia de los ordenadores y del software que se utiliza para hacerlas. Ciertamente, no todas las consecuencias posibles serían negativas. Por ejemplo: en el sur de Inglaterra se podría volver a cultivar vides, como en tiempos de los romanos, y en el sur de Francia cítricos, todos ellos cultivos muy rentables. Sin embargo, las consecuencias negativas serían muy importantes y, además, las soportarían, en buena parte, regiones del mundo que están subdesarrolladas y son, por tanto, más vulnerables a los cambios climáticos. Hay que ser capaz de mostrar esto con algún “estudio de caso” como, por ejemplo, los arrozales del sudeste asiático.

En el sur de Europa, la cuenca mediterránea y, más concretamente, en Andalucía, los modelos climáticos prevén un aumento de hasta 6ºC para 2100. Aunque fuera menor (escenarios más favorables) repercutiría muy negativamente en dos de los sectores más dinámicos de nuestra economía: el turismo y la agricultura de regadío. ¿Cómo? Más temperatura, en nuestro contexto climático, implica menos agua disponible durante el verano, que ahora mismo ya es bastante largo, cálido y seco. Parece claro que esto obligará a una gestión más cuidadosa (quizá también más costosa) del agua, al tiempo que hará aún más insostenible la agricultura de regadío e invernaderos que tanto se ha promocionado, por ejemplo, en Andalucía.

En otras regiones del mundo, en las que una buena o mala cosecha de arroz es crucial para la supervivencia de cientos de miles de personas, las consecuencias de una subida de 2ºC o 3ºC (la anticipación del monzón en dos semanas, la salinización de los pozos más próximos al mar, una mayor frecuencia de inundaciones,….) pueden ser sencillamente dramáticas para la gente que ya en condiciones actuales vive en el umbral de la supervivencia.

Todo lo anterior no agota, ni mucho menos, la lista de consecuencias negativas del calentamiento en curso. Podríamos hablar también de la mayor frecuencia de fenómenos atmosféricos de alta energía (huracanes, ciclones, etc.), de la llegada de enfermedades tropicales al Sur de Europa al darse las condiciones ecológicas y climáticas para que vectores de dichas enfermedades como Anopheles desarrollen su ciclo vital, etc.

EP.- Una vez demostrado que una buena parte de las consecuencias de este calentamiento será negativas o incluso muy negativas, llega la gran pregunta: ¿Qué podemos hacer los ciudadanos y los gobiernos para evitarlo? ¿Lo estamos haciendo?

PS.- Si el principal causante de este calentamiento es el CO2 que emitimos a la atmósfera, parece de sentido común que habrá que tomar medidas para emitir menos. Esto se ha intentado a nivel internacional mediante el Protocolo de Kyoto (1997): un acuerdo firmado por gran número de países para reducir globalmente sus emisiones de CO2 y otros gases de invernadero un 5.2% (promedio mundial) con respecto a lo que se emitía en 1990. Los EE.UU. se desvincularon del acuerdo y eso estuvo a punto de acabar con él, pero finalmente ha entrado en vigor como ley internacional desde 2005. En 2012 termina el plazo para comprobar si se alcanza la reducción prevista.

Pero no es suficiente…. ¿o sí? Para las delegaciones gubernamentales reunidas en Diciembre de 2010 en Cancún (México), con la excepción de la boliviana, diríase que los acuerdos de Kyoto son incluso demasiado, puesto que renunciaron a prolongarlos y dieron largas, una vez más, a la firma de un acuerdo más ambicioso. Eso sí, promesas de futuros compromisos, a montones.

EP.- ¿Cómo podemos reducir las emisiones de CO2 y otros gases de invernadero? ¿Qué medidas individuales podemos tomar? ¿Cuáles son más realistas o fáciles de llevar a cabo? Y a nivel colectivo (social, político, legislativo, etc.), ¿Qué medidas deberíamos reclamar de gobiernos, empresas, etc.?

PS.- Como la fuente de CO2 es la combustión de carbón, petróleo y gas natural (los combustibles fósiles), parece evidente que habría que reducir su consumo. Pero no es tan sencillo. Los combustibles fósiles son, con mucha diferencia, nuestra principal fuente de energía, hasta el punto de que podemos decir que nuestra civilización actual está montada en torno a ellos. Aun así, habrá que tomar medidas…

¿Por dónde empezamos? ¿Por el transporte, que es el sector cuya contribución al calentamiento crece más rápidamente? Algunas pistas:

· Mientras que un tren transporta 500 personas, harían falta 10 autobuses o unos 200 automóviles para lo mismo. Además, si el tren es eléctrico, la electricidad puede ser de origen solar, eólico, hidroeléctrico,… y no expulsar ni una molécula de CO2. Transporte público frente a privado; ferrocarril frente a carretera,…

· En las grandes ciudades, además, las distancias permiten una red de transportes eléctricos (trolebuses, tranvías, autobuses y microbuses eléctricos, incluso un metro de superficie, subterráneo o mixto) a la que se puede aplicar lo dicho en el punto anterior, por no hablar del carril bici. Pero esto es incompatible con el vehículo privado. ¿Estamos dispuestos?

¿Seguimos por la producción de energía eléctrica? La central térmica de As Pontes (Galicia) quema lignito para producir electricidad, lo mismo que la de Carboneras (Almería). Entre las dos expulsan casi un tercio del total de CO2 que produce nuestro país. ¿No se podrían sustituir por otro tipo de centrales, solares, hidroeléctricas, parques eólicos, etc.? Hay que hacer las cuentas con cuidado, porque seguramente su sustitución es muy cara (las renovables todavía no tienen tanta capacidad para producir electricidad), pero ¿cuál es y será el precio de calentar 3ºC nuestro planeta? Cuentas aparte, ¿cómo medimos el precio del dolor causado a los miles de desplazados ambientales que ocasionará – ya lo está haciendo – este calentamiento?

Otro “punto caliente” del tema: la energía nuclear. Desde luego, no produce gases de invernadero, pero tiene otros serios inconvenientes: los residuos radiactivos, la enorme inversión y pocos puestos de trabajo que requiere, la dependencia del uranio, que no es muy abundante,… Los partidarios de esta energía hacen hincapié en que no contribuye al calentamiento; sus detractores, en cambio, dicen que crea otros problemas de parecida envergadura… En fin, otro debate.

Si el calentamiento global es un tema tan sensible, es porque toca de lleno el asunto de la energía. Y ahí les duele a los poderosos del planeta. Nuestra sociedad industrial está penetrada hasta la médula por un modelo energético basado en los combustibles fósiles y, en consecuencia, ligado a la emisión continua de gases de invernadero. Los grupos económicos y sociales que son los máximos beneficiarios de este modelo no muestran mucho entusiasmo en sustituirlo por otro más sostenible… hasta que ellos se encuentren en condiciones de pilotar esa transición.

HISTORIA UNIVERSAL DE LA BASURA - 1




No existe un solo proceso de producción, ya sea industrial, agrícola, ganadero, minero, artesano, etc., que no genere residuos. Incluso la producción de energía eléctrica en una central solar fotovoltaica libera calor (un residuo energético) al entorno.

Por otro lado, los procesos de producción de todo tipo de bienes no han dejado de aumentar al menos desde el Neolítico. Y desde la Revolución Industrial este incremento de bienes producidos es casi exponencial.

De las dos premisas anteriores se deduce que la humanidad genera residuos de manera creciente, y que esta generación de residuos crece cada vez más rápidamente. No podemos escapar al Segundo Principio de la Termodinámica.

Como, además, buena parte de estos residuos son tóxicos y/o no degradables, no es de extrañar que la cuestión de los residuos preocupe cada vez más a ciudadanos sensibles hacia la problemática ambiental. Prueba de ello es lo siguiente. En los albores del movimiento ecologista (años 70 y 80 del siglo XX), el gran problema ambiental, la bandera de estos colectivos ciudadanos era, junto con la reducción de la biodiversidad, el posible agotamiento futuro de muchos recursos naturales básicos: minerales, petróleo y gas, agua potable, pesca,… La frase que resumiría este problema sería: Nos estamos comiendo el planeta. Cuando nos hayamos comido hasta los codos, ¿qué haremos?

Veinte años después, el movimiento ecologista, más crecido y maduro, pone en primer plano de sus preocupaciones la acumulación de residuos. Ahora, la frase – resumen sería: estamos inundando el planeta de basuras de todo tipo, sólidas, líquidas y gaseosas. Cuando la Tierra esté cubierta de basuras, ¿qué haremos?

Una primera respuesta fue: reciclemos. Durante un tiempo, el reciclaje pareció ser (y aún lo parece para algunos) una solución mágica. Se trata de convertir los residuos en recursos: la materia orgánica en compost y biogás, el papel y vidrio en nuevas botellas y cuadernos, la chatarra en el casco de nuevos barcos, incluso los neumáticos viejos en piso de carreteras… Verdaderamente positivo, pero pronto las mentes más lúcidas demostraron que el reciclaje generalizado sólo permite a nuestras sociedades -¡y no es poco!- ganar tiempo.

La razón es nuevamente de índole termodinámica. No hay ningún cambio fisicoquímico (y todo proceso industrial lo es) en el que se obtenga un rendimiento del 100%. Por ejemplo, el reciclaje de papel es muy eficiente cuando obtiene rendimientos del 40%, y eso sin tener en cuenta la pérdida de calidad en el producto reciclado. Así, pues, el reciclaje generalizado está muy bien, sin duda, pero sólo va a conseguir ralentizar – que no detener - la acumulación de residuos y, de paso, el agotamiento de ciertos recursos no renovables.

Como consecuencia de lo anterior, la famosa regla de las tres R (Reducir, Reutilizar, Reciclar), debería formularse de manera jerárquica, priorizando la primera R sobre la segunda y ésta sobre la tercera: Reducir el consumo > Reutilizar lo ya utilizado > Reciclar lo reutilizado. Pero aquí ya entramos en un terreno pantanoso, resbaladizo, polémico. ¿Adivinas por qué?

Continuará…

 
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