viernes, 17 de julio de 2015

LEPIDODENDRON, O CÓMO MORIR DE ÉXITO EN EL CARBONÍFERO.


Imaginemos que viajamos hacia atrás en el tiempo, hasta un período de la historia de la Tierra que los geólogos denominan Carbonífero, hace entre 360 y 300 millones de años. En el Hemisferio Norte encontraríamos extensísimos bosques húmedos asentados sobre suelos pantanosos. Una de las principales especies arbóreas sería Lepidodendron, el protagonista de esta historia.
¿Qué tipo de planta era Lepidodendron? Si nos fijamos sólo en su tamaño – hasta 30 o 40 metros de altura – diríamos que un árbol, y de los más grandes. Sin embargo, Lepidodendron está bastante lejos de los actuales árboles de todo tipo. Evolutivamente, está mucho más relacionado con los actuales licopodios y, en un sentido amplio, con los helechos. Su “tronco” apenas contenía lignina, lo que lo hacía más frágil y quebradizo que los árboles presentes. Si camináramos por un bosque carbonífero, probablemente encontraríamos muchos troncos de esta planta caídos, hundidos en el pútrido sustrato pantanoso. La descomposición anerobia de estos troncos se vería frenada por ciertos compuestos microbicidas almacenados en su corteza. Esto, junto con su enterramiento progresivo, siempre en condiciones anaerobias, originaría a la postre los grandes yacimientos de carbón.

El análisis de los abundantes restos fósiles de esta planta ha revelado que, a diferencia de sus parientes actuales, tenía poco xilema y carecía por completo de floema, el tejido que permite la distribución de las moléculas orgánicas elaboradas fotosintéticamente en las hojas. Esto plantea el problema de explicar cómo obtenían las partes inferiores de la planta el suministro de materia orgánica imprescindible para sus necesidades vitales. La respuesta se ha encontrado en la disposición de sus raíces cilíndricas. De cada una de ellas salían radialmente muchas y muy largas raicillas, varias de las cuales emergían del fondo pantanoso hasta la superficie. Allí, expuestas a la luz, sus células podrían hacer la fotosintesis. De este modo, las partes inferiores de la planta no necesitaban recibir moléculas orgánicas de las superiores.
Como puede verse, Lepidodendron había desarrollado sofisticados dispositivos anatómicos que facilitaban su vida en áreas pantanosas, haciéndole muy eficaz en la absorción de CO2 atmosférico. Durante millones de años, los extensos bosques de Lepidodendron dominaron el paisaje del Hemisferio Norte, Sin embargo, hacia el final del Carbonífero Superior (unos 310 millones de años atrás) comenzó a reducirse su área de distribución hasta, finalmente, desaparecer. ¿Por qué?
Según la hipótesis más aceptada, la causa de su declive fue la superadaptación a los pantanos de sus órganos subterráneos, la misma que le había garantizado el éxito ecológico durante un larguísimo período de la historia de la Tierra. El sistema de raíces y raicillas semisubterráneas hacía difícil que la planta pudiera arraigar en suelos secos y compactos. Además, ese sistema, al quedar enterrado en el suelo, imposibilitaría la nutrición de la parte inferior de la planta.
Los suelos secos y compactos se volvían más y más frecuentes conforme el clima evolucionaba hacia condiciones frías y áridas. Grandes masas continentales se aproximaban, en un colosal proceso tectónico que daría lugar  a un supercontinente y a la durísima glaciación permocarbonífera. Los continentes situados en el Hemisferio Norte sufrieron una progresiva aridificación que, originó, a su vez, el declive de las licofitas como Lepidodendron. El nicho ecológico de esta planta dominante fue ocupado por los antepasados de las actuales coníferas, mejor dotados anatómicamente (troncos con cilindros leñosos, raíces profundas, etc.) para vivir en climas secos y fríos.
En resumen, el planeta, al irradiar calor a través del manto y la corteza, cambiaba su fisionomía superficial y su clima, como tantas veces lo ha hecho a lo largo de su historia. Estos cambios llevaban a la extinción a ciertos seres vivos, al tiempo que abrían oportunidades evolutivas a otros. Desde este punto de vista, la historia de Lepidodendron es un ejemplo más de esta incesante dinámica planetaria que implica a la geosfera, bisfera, atmósfera e hidrosfera, todas ellas en continua interacción.

sábado, 4 de julio de 2015

APRENDIENDO A CAMBIAR EL MUNDO ENTRE TODOS

Los motivos que me impulsaron a emprender este nuevo proyecto son muy similares a los que expuse en otra nota hace dos años. Como dije entonces, constato una y otra vez que la práctica totalidad de mis estudiantes muestra un total desconocimiento de lo que son los poderes públicos, la Administración a sus distintos niveles, y la diferencia entre ésta, las empresas privadas y los colectivos ciudadanos. Llegan al extremo de exigirle a una asociación de vecinos lo que debería ser competencia de un ministerio, al ministerio o consejería lo propio de una empresa privada, y a ésta lo que habitualmente hace una ONG. Todas las instancias que acabo de mencionar suelen ser vistas como parte de la misma vaga nebulosa que planea sobre sus cabezas y que podrían describir como “los que mandan”, “los que tienen el dinero”, o, simplemente, “los de arriba".
Uno de los objetivos de la asignatura "Ciencia para el Mundo Contemporáneo" es (¡ay, era! ha desaparecido con la LOMCE, la malhadada ley Wert) conseguir que el alumnado valore la importancia de la ciencia en la vida actual, y desarrolle una capacidad crítica que le permita intervenir como ciudadano responsable en todos aquellos asuntos públicos que tengan una componente científica y tecnológica. No se pueden desarrollar estas capacidades sin un mínimo conocimiento de las relaciones entre administraciones,



sociedad civil y ciudadanía. Por ello decidí desarrollar todo el tercer bloque temático de la asignatura (aproximadamente el tercer trimestre) a través de un juego de rol, que también permitiría trabajar la búsqueda de información, la expresión oral, valores de respeto e interés hacia las opiniones ajenas, etc.
El proyecto se titula "Bilinguonia y Sierra Bonita: evaluación ciudadana de impacto ambiental". Se trata de una simulación de la discusión y, en su caso, aprobación de un proyecto de infraestructuras (autopista, línea de AVE, embalse) que afectan a un valioso espacio natural protegido. El Patronato del Parque Natural (en el que están representados múltiples agentes sociales y ciudadanos, científicos, ecologistas, administraciones, etc.) debe elaborar un informe favorable o contrario a dicho plan. El alumnado, en sus distintos roles, tiene que documentarse sobre las cuestiones económicas, sociales, ambientales y tecnológicas que van a determinar sus respectivas posturas en el debate: urbanismo, biodiversidad, gestión del agua, energías fósiles y renovables, agricultura intensiva y ecológica, desarrollo rural, etc. A continuación, el patronato analiza el plan de infraestructuras propuesto por la Administración. Si su informe final es negativo, la Unión Europea no financiará el plan y éste, demasiado costoso para las administraciones estatal y autonómica, no se llevará a cabo.
Los debates se prolongan durante varios días. Los distintos miembros del patronato argumentan sus posiciones, ayudándose en muchos casos de presentaciones en las que también reflejan los datos que han buscado en distintas fuentes, en apoyo de sus afirmaciones y propuestas. Finalmente, se vota el posicionamiento del patronato con respecto al plan. Dos alumnas ejercen roles de observadoras: una es una observadora interna, que levanta acta de los debates y nos informa periódicamente de lo ya tratado. La otra es una observadora externa al grupo, que registra la dinámica interna del mismo: alianzas, enfrentamientos, cambios de posición, ofertas y contraofertas, etc.La actividad termina con una autoevaluación de la misma, hecha tanto por el alumnado como por el profesor, que ha permitido poner de relieve algunos de los puntos fuertes y débiles de la misma.
 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons