miércoles, 7 de octubre de 2009

NOBEL MEDICINA 2009




Elisabeth Blackburn, Carole Greider y Jack Szostack han recibido el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus descubrimientos acerca de los telómeros y la telomerasa. Estos hallazgos son un ejemplo de cómo un problema propio de la ciencia básica, sin ninguna aplicación inmediata, desemboca en una investigación de gran importancia para la medicina y la calidad de la vida humana.
Hacia los primeros años 80, muchos biólogos moleculares intentaban resolver el enigma de por qué los extremos de los cromosomas no se “deshilachan” en las sucesivas divisiones celulares, con el consiguiente daño grave para las células. En 1982, Blackburn y Szostack caracterizaron los telómeros –extremos de los cromosomas- como secuencias de ADN no codificante (no contiene información sobre ninguna característica del organismo) que “sella” los extremos de cualquier cromosoma. Cuando éste se duplica, después de cada división celular, el telómero se acorta ligeramente. Esto marca un límite al número de veces que una célula se puede dividir y, por tanto, a la duración de cada linaje celular. Bien mirado, este fenómeno asegura que nuestras células no sufran un deterioro genético progresivo ni proliferen más de lo debido, al tiempo que pone fecha de caducidad a la vida de nuestros tejidos y órganos.
Poco tiempo después de este descubrimiento, Greider, que por entonces trabajaba bajo la dirección científica de Blackburn, , encontró una enzima que alargaba los telómeros, retrasando su desgaste. La telomerasa –así se llama esta enzima- previene, por tanto, de un envejecimiento celular excesivamente rápido. Poco después se demostró que las células tumorales – caracterizadas por dividirse sin freno, invadiendo otros tejidos y órganos – tienen la telomerasa sobreactivada. Por otro lado, aquellas células cuya telomerasa no funciona adecuadamente a causa de una mutación, envejecen y mueren prematuramente.
¿Aplicaciones médicas de estos sorprendentes hallazgos? Actualmente se están experimentando algunas sustancias que bloquean la actividad de la telomerasa en células cancerosas, deteniendo o frenando el crecimiento tumoral. De confirmarse la eficacia de estas moléculas, podríamos estar ante posibles nuevos tratamientos antitumorales. En cuanto al alargamiento de la vida celular, las investigaciones están menos adelantadas.
En cualquier caso, si hay una lección que pueda extraerse de estos hallazgos, es que la tradicional división entre ciencia básica (la que se hace por curiosidad, por amor al conocimiento) y ciencia aplicada (la que se hace buscando la utilidad práctica del descubrimiento) quizá no tenga mucho sentido.

LA CIENCIA ESPAÑOLA NO NECESITA TIJERAS


La verdad es que mi intención era retomar el blog a finales de este mes, tras un paréntesis impuesto por una mezcla de exceso de trabajo y nuevas ocupaciones familiares. Sin embargo, el recorte presupuestario que nuestro gobierno impone a la actividad científica, me ha llevado a unirme a la movilización blogosférica que trata de evitarlo.

¿Es necesario explicar, a estas alturas, la importancia de la ciencia en nuestra sociedad? ¿Hay que enumerar todas las razones, altruistas y egoístas, estratégicas e incluso humanitarias, que deberían llevar a nuestros gobernantes a impulsar al máximo la investigación científica? Creo que no, especialmente porque detrás del recorte presupuestario no parece que haya ignorancia, sino simplemente escasa valoración de la ciencia frente a otras actividades humanas. El caso es que medidas como ésta, además de entorpecer el trabajo de nuestros científicos y desalentar a más de uno de proseguir su carrera, nos alejan del momento en que la investigación científica goce del prestigio que, sin duda, merece.
Por todo ello, nos unimos desde este blog a la multitud de voces que reclaman a nuestro gobierno que reconsidere este recorte presupuestario para la investigación científica.
 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons