miércoles, 3 de marzo de 2021

PENSAMIENTO MILLÁN-ASTRAY

 ¿Habéis oído hablar del “pensamiento Millán-Astray”?  No lo sé, pero seguro que os habéis topado con él en más de una ocasión. Resulta que el famoso fundador de la Legión absolvía a sus caballeros legionarios con el siguiente razonamiento:

“Ningún legionario comete jamás un delito, sea este robar, matar violar o cualquier atrocidad imaginable. No lo comete porque, si lo hace, en ese mismo momento deja de ser caballero legionario.”

Esta argumentación podrá pareceros una infantil falacia lógica, pero la usamos constantemente en nuestra vida. Uno de los gremios a los que más se lo oigo es el de los filósofos y profesores de filosofía (no es lo mismo). Para empezar, asimilan “filosofar” con “pensar”. Si eres filósofo/a, piensas, y si piensas, eres filósofo/a. A partir de esto, es fácil hacerse algunas preguntas inquietantes. Por ejemplo, ¿las personas que no somos filósofas no pensamos? ¿una bióloga, un carpintero, un topógrafo o una administrativa no pueden pensar? ¿o, acaso cuando les da por hacerlo ascienden a la categoría inefable de los filósofos? Si nos centramos en el campo de la educación, ¿solo la enseñanza de la filosofía pone en juego el pensamiento? ¿los estudiantes solo piensan cuando estudian filosofía? ¿Solamente los profesores de filosofía piensan, mientras los demás tenemos unas facultades mentales disminuidas?

Todas estas preguntas me llevan a considerar inaceptables palabras como estas escritas por Marina Garcés, filósofa (ella sí) cuya obra, por otro lado, estimo grandemente: “Contra la estandarización de la escritura y del pensamiento es imprescindible, por tanto, seguir escribiendo filosofía, filosofar enseñando, enseñar a escribir. La filosofía no es, así, un patrimonio humanístico en peligro de extinción … sino el arma más potente para que la universidad, ella sí en peligro de asfixia, no acabe de convertirse en una gran empresa global de producción en serie de profesionales ultraespecializados y de conocimiento redundante y estéril” (Garcés, M. 2016: Filosofía inacabada. Galaxia Gutenberg, Barcelona).

¡Filósofos al rescate! ¿Qué haríamos sin ellos? Simplemente, seríamos robots adocenados, no como antes, cuando se enseñaban tantas horas en el sistema educativo, y la ciudadanía mostraba tanto espíritu crítico. No hay más que mirar hacia atrás para saber que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Intentando ser justo, he de decir que la anterior cita no retrata, ni mucho menos, el pensamiento real de Marina Garcés. Sin embargo, párrafos como este, demasiado frecuentes entre filósofos, apenas esconden su estilo “Millán-Astray”. Podría encontrar, sin demasiada dificultad, citas más directas, aunque quizá no tan elaboradas. Y no es que no tenga su pizca de razón, pero me temo que a estos filósofos (muy necesitados, por otro lado, de apoyo, sobre todo en Bachillerato) les haría falta un poquito de humildad.

En fin, me consolaré suponiendo que al escribir estas líneas me he convertido, siquiera sea por unos instantes, en un ser pensante como ellos. Al igual que un legionario que comete una tropelía – más bien, al revés – he ascendido y me he mantenido fugazmente en el exclusivo Olimpo de los filósofos.

 

lunes, 1 de marzo de 2021

TRANSFERENCIA HORIZONTAL DE GENES: UN DESAFÍO AL CONCEPTO DE ESPECIE - 2

 



Transferencia Horizontal de Genes: un desafío al concepto de especie -2

En la entrada anterior discutíamos la importancia que este fenómeno, ampliamente documentado, tiene para la evolución. A continuación, tratamos someramente algunos tipos de THG entre bacterias o bacterias y virus. Esto nos llevó a cuestionar el concepto de especie, al menos en el mundo procariota, donde debería ser sustituido por el de “comunidad específica”.

Hasta hace pocos años – científicamente hablando – la THG en el mundo eucariota se consideraba un fenómeno raro, cuando no anecdótico. Solamente escapaban a esta regla los casos de virus que dejaban sus genes en células hospedadoras animales y, sobre todo, vegetales. Sin embargo, a medida que pasan los años, son cada día más los casos documentados de bacterias o incluso células eucariotas que dejan genes en los cromosomas de células animales o vegetales. Esto nos lleva, una vez más, a describir, siquiera superficialmente, este fenómeno, y discutir algunas de sus consecuencias.

1.- De procariotas a eucariotas. Se han descrito múltiples casos en los que células eucariotas integran fácilmente genomas procariotas y víricos.  La mayoría de los hospedadores eucarióticos encontrados eran organismos unicelulares fagotróficos (se alimentan fagocitando, es decir, englobando y digiriendo, a otros organismos más pequeños), como, por ejemplo, Giardia, Trypanosoma, Entamoeba, Euglena, etc.

2.- Absorción de genes mitocondriales por células de plantas Angiospermas (con flor, fruto y semilla). En estos casos, la planta hospedadora y la donante de genes pertenecen, con frecuencia, a grupos alejados evolutivamente. Esto hace más llamativo el fenómeno, al ser contrario a nuestras ideas preconcebidas, que solo admiten una cierta hibridación entre especies muy próximas. Por ejemplo, Astéridas como Nicotiana parecen haber transferido genes mitocondriales a Angiospermas basales como Amborella (Berghortsson et al., 2003, citado por Fontdevilla y Serra, 2015).

3. Transferencia por contacto directo entre plantas parásitas y sus hospedadores. Algunos de estos parásitos lo son untracelulares, al penetrar mediante haustorios en las células del hospedador. Es el caso de la cuscuta, capaz de introducir un pseudogen (conjunto de genes que, al estar juntos en un cromosoma, se transmiten casi siempre como uno solo) en hospedadores del muy común género Plantago.

4. Los muy conocidos transposones y retrotransposones.  Muchos de ellos – especialmente los últimos – corresponden a secuencias de material genético procedente de un virus (en el caso de los retrotransposones, se trata de un retrovirus, con RNA como molécula hereditaria), que, en lugar de parasitar a la célula hospedadora, se integran en su genoma, funcionando como si fueran parte de él. Al saltar autónomamente de un lugar del genoma hospedador a otro, ocasionan multitud de mutaciones que modifican el material hereditario (por tanto, las características heredables) del organismo que los alberga. Este fenómeno se ha descrito en organismos tan distintos como los koalas o las plantas del tabaco.

5. Transferencias génicas desde bacterias hacia organismos unicelulares eucariotas. Este fenómeno se ha encontrado en multitud de especies, tanto animales como vegetales. Entre los hospedadores se han encontrado varios insectos y nemátodos. Entre las bacterias que transfieren su genoma, se han encontrado casos en casi todas las del género Wolbachia.

Como conclusión, podemos afirmar que, en el mundo eucariota, la THG, al ser un fenómeno común, nos obliga a replantear el concepto genético de especie. En efecto, si especies diferentes, pueden intercambiar genes con relativa frecuencia, tendremos que desechar como ficticio el aislamiento genético, base de nuestro concepto de especie (especiación alopátrida) como población que no puede intercambiar genes con otra. Quizá debamos hablar con más propiedad de “comunidades específicas”, que se entrelazan, separándose, hibridando y, a veces, manteniendo relaciones génicas con otras.  Es el problema – muy humano, por otra parte – de intentar imponer categorías discretas (nuestros taxa, como las especies) – a una realidad (los seres vivos) que varía de manera continua.

 

TRANSFERENCIA HORIZONTAL DE GENES: UN DESAFÍO AL CONCEPTO DE ESPECIE - 1

En ciertas ocasiones, un determinado organismo transfiere material genético a otro que no es descendiente suyo, y a veces ni siquiera de la misma especie. Este fenómeno, casi impensable en Biología hace unos años (salvo en bacterias y arqueas), se está documentando en multitud de especies diferentes, de muy distintos grupos. La Transferencia Horizontal de Genes está revolucionando nuestras ideas sobre Sistemática, Evolución y el mismísimo concepto de especie.

Transferencia horizontal entre procariotas y/o virus.

En los años 50 del siglo XX comenzaron a evidenciarse los primeros casos de genes de resistencia a antibióticos que pasaban de una bacteria a otra, a veces por mediación de virus bacteriófagos. Al ser este un carácter de elevado interés sanitario, durante mucho tiempo acaparó la atención de gran parte de los científicos. Más tarde se descubrió que la THG afectaba también a otros caracteres: resistencia a ciertos plaguicidas, respiración anaerobia, etc.

Se conocen varios mecanismos para la transferencia horizontal entre procariotas:

- Transducción: transferencia a través de virus bacteriófagos que llevan adheridas pequeñas porciones de genoma bacteriano y las insertan en el de su célula hospedadora.

- Transformación: incorporación de ADN directamente desde su entorno. Para ello, la bacteria receptora debe disponer en su pared de proteínas de unión al ADN y nucleasas que separen las dos cadenas para transportar una de ellas hacia el interior. Este es el mecanismo que desveló el célebre experimento de Griffith en 1928.

- Conjugación. En este caso, la transferencia de genes se hace por contacto directo entre bacterias, sin que ningún virus actúe como intermediario. El material genético transferido suele encontrarse en plásmidos, pequeñas moléculas circulares de ADN. Estos plásmidos pasan de una bacteria a otra a través de unos pili, minúsculas prolongaciones que cubren la membrana y pared de la célula.

 

 
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