En ciertas ocasiones, un determinado organismo transfiere material genético a otro que no es descendiente suyo, y a veces ni siquiera de la misma especie. Este fenómeno, casi impensable en Biología hace unos años (salvo en bacterias y arqueas), se está documentando en multitud de especies diferentes, de muy distintos grupos. La Transferencia Horizontal de Genes está revolucionando nuestras ideas sobre Sistemática, Evolución y el mismísimo concepto de especie.
Transferencia horizontal entre procariotas y/o
virus.
En los años 50 del siglo XX comenzaron a evidenciarse los primeros casos de
genes de resistencia a antibióticos que pasaban de una bacteria a otra, a veces
por mediación de virus bacteriófagos. Al ser este un carácter de elevado
interés sanitario, durante mucho tiempo acaparó la atención de gran parte de
los científicos. Más tarde se descubrió que la THG afectaba también a otros
caracteres: resistencia a ciertos plaguicidas, respiración anaerobia, etc.
Se conocen varios mecanismos para la transferencia horizontal entre
procariotas:
- Transducción: transferencia a través de virus bacteriófagos que
llevan adheridas pequeñas porciones de genoma bacteriano y las insertan en el
de su célula hospedadora.
- Transformación: incorporación de ADN directamente desde su entorno. Para
ello, la bacteria receptora debe disponer en su pared de proteínas de unión al
ADN y nucleasas que separen las dos cadenas para transportar una de ellas hacia
el interior. Este es el mecanismo que desveló el célebre experimento de
Griffith en 1928.
- Conjugación. En este caso, la transferencia de genes se hace por contacto
directo entre bacterias, sin que ningún virus actúe como intermediario. El
material genético transferido suele encontrarse en plásmidos, pequeñas
moléculas circulares de ADN. Estos plásmidos pasan de una bacteria a otra a
través de unos pili, minúsculas prolongaciones que cubren la membrana y
pared de la célula.
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