domingo, 7 de febrero de 2021

LAS HORMONAS DEL VÍNCULO / BOND HORMONES

 

Tres hormonas y una conducta compleja.

Lejos de mi cualquier afán de reducir el enrevesado comportamiento humano a la acción de tres sencillas moléculas. Sin embargo, me parece que en muchos debates actuales, simplificadores en un sentido o en otro, se tiende a olvidar algunos datos bioquímicos importantes y avalados por múltiples observaciones y experimentos. Por eso intentaré introducir algunos de estos datos, sin propósito de exhaustividad, pero deseando contribuir a que sean tenidos en cuenta.

Comenzaré por la prolactina, la hormona del embarazo. Cuando el feto supone aproximadamente el 15% del metabolismo de la madre, esta ya no puede alimentarlo adecuadamente, y su nivel de glucosa en sangre se desploma. Esto, a su vez, desencadena una cascada neuroendocrina, tanto en el feto como en la madre, en la que intervienen el hipotálamo, la hipófisis y las glándulas suprarrenales, segregándose cortisol (la hormona del estrés) y oxitocina. Pero antes de ello, la hipófisis de la madre está produciendo prolactina, que, además de la secreción láctea, estimula la conducta de “preparación del nido”, tan frecuente en aves y mamíferos, y que podemos rastrear sin problema en nuestra especie.

Conforme nos acercamos al final de la gestación, y sin que desaparezca la prolactina, el control va pasando a la oxitocina, la hormona del parto. Esta hormona, también segregada por la hipófisis materna, acelera las contracciones del parto y la liberación de leche inmediatamente posterior a este. Cuando va a nacer, la cabeza del bebé presiona el cérvix y, a través de este, la médula espinal de la madre, que envía impulsos nerviosos al hipotálamo. Este estimula, a través de la hipófisis, la secreción de … más oxitocina! Estamos, pues, ante un claro ejemplo de retroalimentación positiva.

Un segundo ejemplo es el siguiente. Durante la lactancia, la succión del bebé sobre el pezón de la madre también estimula por vía nerviosa al hipotálamo de esta, que, a su vez, acelera la liberación de más oxitocina, y esta refuerza la liberación de más leche.

La oxitocina también se conoce como la “hormona del vínculo”. Su presencia en la sangre materna estimula una interacción fuerte con el recién nacido. Algo parecido sucede con este. De hecho, se ha encontrado que los niños institucionalizados durante sus primeros años de vida tienen niveles más bajos de oxitocina. Incluso tres años después de una adopción, mantienen bajos estos niveles. Su capacidad para el vínculo está dañada, a veces permanentemente. ¿Causa, efecto o interacción? Ahí lo dejo.

La oxitocina no solo actúa como hormona. También es un neurotransmisor, segregado y transmitido en distintas partes del cerebro. En distintos contextos sociales, desencadena diferentes respuestas, pero casi todas ellas se caracterizan por el afecto, generosidad, tranquilidad, confianza y apego. En la amígdala (parte del sistema límbico cerebral) inhibe el centro del miedo y la agresión. En los hombres que despliegan afecto y ternura, los niveles de oxitocina también son elevados. Parece, incluso, que esta hormona favorece una reorganización de conexiones en el córtex prefrontal, que controla en parte las funciones ejecutivas y planificadoras de nuestra conducta.

 Cuando se recibe un abrazo, los niveles de oxitocina aumentan tanto en la sangre como en el cerebro. Algo parecido sucede durante el contacto sexual. Por todo ello, también se la conoce a veces como la “hormona del amor”.

Para terminar estas notas, hablemos un poco de la vasopresina, otra hormona relacionada con la conducta afectiva y el vínculo de pareja. Desempeña un papel importante en algunos aspectos de la conducta maternal, especialmente si una madre se muestra agresiva cuando su prole está en peligro. En cuanto al vínculo de pareja, se ha encontrado que los hombres con alguna deficiencia en el gen de los receptores de vasopresina (moléculas en las que encaja esta hormona para ejecutar su acción) tienen más probabilidades de tener problemas de pareja y muestran con mayor frecuencia conductas de infidelidad. Nuevamente nos encontramos con el problema de la causa, el efecto o la interacción.

Un hecho curioso es que si a hombres a los que se les acaba de administrar vasopresina se les muestran fotos de otros hombres, reaccionan a ellas con hostilidad. En cambio, si se muestran fotos de mujeres a otras a las que se ha administrado esta hormona, reaccionan amistosamente. Parece claro que hay que investigar más para desentrañar el rol de estas fascinantes moléculas.

Vasopresina
Por último, hay que hacer una referencia a las oscuras pero reales relaciones entre los TEA (trastorno del espectro autista) y disfunciones en el sistema cerebral de la oxitocina y vasopresina. Las personas autistas experimentan dificultades para interpretar las emociones de otros (por ejemplo, a partir de la voz o el llanto) y sentir empatía. Muchos de ellos tienen bajos niveles sanguíneos de oxitocina y vasopresina, pero si se les administra oxitocina, mejoran esas habilidades. En resumen, podemos decir que ambas neurohormonas juegan un papel importante – aunque no bien conocido - en el desarrollo del autismo. No olvidemos, sin embargo, que hay otros muchos neurotransmisores y regiones cerebrales implicadas en estos trastornos.

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