domingo, 27 de julio de 2008

¿DE QUÉ COLOR SON LAS PLANTAS EXTRATERRESTRES? - 2




Una vez vistas las causas físicas del color de algas y plantas en nuestro planeta (¿De qué color son las plantas extraterrestres? - 1), estamos en condiciones de preguntarnos por el color de los organismos fotosintéticos en los planetas extrasolares que alberguen vida y fotosíntesis, esto último muy probable si se da lo primero. ¿Influirán dichos organismos en las características de la atmósfera de esos planetas? Para poder responder a estas preguntas necesitaríamos conocer el espectro de la luz que alcance la superficie del planeta. Veamos algunas posibilidades:
· Si el planeta recibe una radiación semejante, en longitudes de onda e intensidad, a la recibida por la Tierra (su “sol” sería una estrella de tipo F, G o K), el resultado será parecido a lo que podemos observar en nuestro planeta: fotosíntesis oxigénica, pigmentos similares a nuestras clorofilas, ficoeritrinas, etc., posible presencia de colores azules y verdes en su superficie.
· Si, por el contrario, la estrella en torno a la que orbita el planeta es de tipo M (enana roja, la categoría más abundante en nuestra galaxia), la cosa cambia sustancialmente. Estas estrellas emiten menos radiación visible y más infrarrojo cercano. Con cuantos de luz de estas características se puede hacer fotosíntesis oxigénica, pero con un bajo rendimiento. Hacen falta más cuantos de luz infrarroja para romper una molécula de agua.
Resumiendo, una nave que se acercara a un planeta extrasolar en el que se diera la fotosíntesis podría encontrarse una de estas cuatro situaciones posibles:


1.- Vida anaeróbica en el mar. La atmósfera sería rica en metano, pero carente de oxígeno. La estrella madre del sistema sería joven.
2.- Vida aeróbica en el mar. El planeta orbitaría en torno a una estrella longeva. Predominaría la fotosíntesis oxigénica y, consecuentemente, la atmósfera sería rica en oxígeno.
3.- Vida aeróbica en el suelo. Sería la situación que corresponde a nuestro planeta, con plantas verdes creciendo sobre los continentes y una atmósfera rica en oxígeno. La estrella madre sería un estrella madura, como nuestro sol.
4.- Vida anaeróbica en el suelo. Se daría en planetas que orbiten alrededor de estrellas M (enanas rojas) y sobre sus continentes crecerían plantas anaerobias.
En los dos primeros tipos de planetas no se producirían bioseñales pigmentarias, al estar la vida muy dispersa por sus océanos. Por el contrario, en los planetas de los tipos tercero y cuarto, con plantas terrestres, sí se producirían pigmentos detectables a través de un telescopio.
La radiación útil en las estrellas de los tipos F y M estaría en la región visible del espectro, como en nuestro sol. Por tanto, la vegetación de sus correspondientes planetas presentaría pigmentos similares a los de las plantas terrestres, con pequeñas variaciones. En el caso de las estrellas F, éstas emiten muchísimos cuantos de luz azul, de alta energía. Por esta razón, las plantas estarían obligadas a reflejar gran parte de ellos mediante pigmentos antociánicos, que podrían dar a las plantas un color azulado.
Las estrellas M enviarían a sus planetas la mitad de la energía que el Sol hace llegar a la Tierra. Aun siendo suficiente para los organismos fotosintéticos, estos necesitarían captar la totalidad de los cuantos de luz visible y del infrarrojo cercano. En consecuencia, al no reflejarse la luz de estas longitudes de onda, las plantas serían negras.
Pero, estos colores en parte de la superficie del planeta ¿serían detectables a distancia, a través de un telescopio o radiotelescopio? Giovanni Tinetti, del University College de Londres, estima que para ello más del 20% de la superficie del planeta debería estar cubierta por vegetación y libre de nubes. Como, por otra parte, la señal del oxígeno atmosférico es producida principalmente por el plancton, los astrónomos detectarían en el espectro luminoso del planeta la señal del pigmento o la del oxígeno atmosférico, pero no las dos a la vez.
El hallazgo de vida en otros mundos, a través de bioseñales de sus pigmentos fotosintéticos o de gases atmosféricos, está cada vez más próximo. Si seremos o no capaces de interpretar esas bioseñales dependerá no sólo de la “agudeza tecnológica” de nuestros instrumentos de medida, sino también de nuestros conocimientos sobre la fotosíntesis en la Tierra.
 
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