Habitualmente, las sesiones de evaluación o reuniones de equipos educativos suelen dejarme un sentimiento de enfado que me dura algunos días. La semana que concluye padecí, junto con mis colegas de instituto, la ración trimestral de evaluaciones y, extrañamente, apenas experimenté ningún mosqueo. "Te estás volviendo viejo" - pensé, y no le di más importancia.
Sin embargo, debo decir que al poco tiempo volví a sentir el mismo sordo cabreo de todos los finales de evaluación, de todos los momentos en que uno se siente obligado a hacer una reflexión sobre el sentido de su trabajo. mejor dicho, sobre el sinsentido del trabajo colectivo del que forma parte. ¡Uf, qué alivio! Ya vuelvo a ser el de siempre.
Como contraste, adjunto el enlace a la última entrada de uno de los blogs más sensatos que conozco sobre educación:
La mirada pedagógica: Buenas prácticas educativas
Y también merece la pena darse una vuelta por:
http://incompetenciasbasicas.blogspot.com/
Que os aprovechen.
Sin embargo, debo decir que al poco tiempo volví a sentir el mismo sordo cabreo de todos los finales de evaluación, de todos los momentos en que uno se siente obligado a hacer una reflexión sobre el sentido de su trabajo. mejor dicho, sobre el sinsentido del trabajo colectivo del que forma parte. ¡Uf, qué alivio! Ya vuelvo a ser el de siempre.
Como contraste, adjunto el enlace a la última entrada de uno de los blogs más sensatos que conozco sobre educación:
La mirada pedagógica: Buenas prácticas educativas
Y también merece la pena darse una vuelta por:
http://incompetenciasbasicas.blogspot.com/
Que os aprovechen.
1 comentario:
Gracias por la referencia, Rubén.
Y por tu (demasiado) generosa valoración.
Un abrazo cordial,
Boris
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