Todos
hemos oído hablar sobre vicios como comerse las uñas o mascar
chicle, hemos escuchado las expresiones “estás obsesionado
con...”, hemos sido avisados de la dependencia que crean el
alcohol, el tabaco, las drogas... Estamos acostumbrados a que estos
elementos formen parte de nuestro día a día, pero ¿sabemos por
qué? ¿Nos hemos parado a pensar qué ocurre en nuestro cuerpo
cuando nos volvemos adictos a algo? ¿Cuáles son las causas
biológicas de la adicción?
Todo
se remonta a un área localizada en el cerebro, la llamada área de
recompensa, la cual libera naturalmente sustancias como la dopamina o
la oxitocina. Estas sustancias son las responsables de las
sensaciones de placer o el alivio del dolor. La función de este
sistema es la conservación de la especie por la repetición de actos
como el sexo (reproducción) o la alimentación (nutrición). Al
encontrar placenteros estos actos, el área de recompensa se asegura
de que queramos repetirlos.
Sin
embargo, este sistema puede derivar en enfermedades como la
autolesión (placer al infundirse dolor a uno mismo), la bulimia
(placer encontrado al ingerir grandes cantidades de comida) o, lo que
las engloba junto a otros trastornos, la adicción.
En
primer lugar, conviene hacer hincapié en que al hablar de
adicciones, no solo englobamos sustancias como la nicotina o el
alcohol, como comúnmente rendemos a relacionar. Existen distintos
tipos de adicciones o dependencias: las dependencias emocionales (al
amor, al control del círculo de amigos...), que están relacionadas
con la psicología profunda y los mecanismos de defensa psíquicos;
coadicciones (causadas por sustancias adictivas); y dependencias
situacionales, relacionadas con la conducta y la respuesta a
estímulos externos (adicción a internet, psicopatía...)
Lo
que ocurre cuando nos volvemos adictos a algo,
es que ese algo
(ya sea la comida, el sexo, las redes sociales, la adrenalina...) ha
estimulado nuestra área de recompensa, incrementando la liberación
de las sustancias que segrega. Esto nos crea una necesidad de
mantener ese nivel de liberación de sustancias mayor a la natural,
por lo cual tenemos que repetir la acción que causó el estímulo,
creando una relación de dependencia hacia ella, lo que llamamos
adicción.
Este
proceso ocurre en su mayoría por una incorporación de sustancias
químicas a nuestro organismo, como la cocaína o el tabaco.
Además,
la adicción a estímulos que no activan el área de recompensa con
sustancias químicas se produce por un cambio en la conducta
psicológica del paciente, que la asocia mediante mecanismos
neuronales al placer y la estabilidad.
Si
no se resiste esta dependencia para que la necesidad de dopamina y
oxitocina vuelvan, se desarrolla una tolerancia, es decir, cada vez
necesitamos más para quedar saciados, una dependencia fisiológica
basada en la búsqueda de un estado anímico estable, y una
dependencia emocional vinculada al malestar que general el síndrome
de abstinencia en un adicto.
Factores
cruciales para curar la adicción son el autocontrol, el cese
provisional y controlado de la causa de la adicción para controlar
el síndrome de abstinencia y los impactos psíquicos de éstos, y el
control del estrés, cuya manifestación se da en el área de
recompensa disparando los niveles de necesidad de dopamina y
oxitocina.
Ahora
que conocemos qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos volvemos
adictos, tenemos la herramienta del conocimiento para ser precavidos
y prudentes en cuanto a las sustancias que incorporamos a nuestro
organismo, y así promover un consumo responsable.
Ana Barón.
Nuria Moreno.
María Gutiérrez.