martes, 11 de abril de 2017

BASES BIOLÓGICAS DE LA ADICCIÓN



Todos hemos oído hablar sobre vicios como comerse las uñas o mascar chicle, hemos escuchado las expresiones “estás obsesionado con...”, hemos sido avisados de la dependencia que crean el alcohol, el tabaco, las drogas... Estamos acostumbrados a que estos elementos formen parte de nuestro día a día, pero ¿sabemos por qué? ¿Nos hemos parado a pensar qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos volvemos adictos a algo? ¿Cuáles son las causas biológicas de la adicción?

Todo se remonta a un área localizada en el cerebro, la llamada área de recompensa, la cual libera naturalmente sustancias como la dopamina o la oxitocina. Estas sustancias son las responsables de las sensaciones de placer o el alivio del dolor. La función de este sistema es la conservación de la especie por la repetición de actos como el sexo (reproducción) o la alimentación (nutrición). Al encontrar placenteros estos actos, el área de recompensa se asegura de que queramos repetirlos.

Sin embargo, este sistema puede derivar en enfermedades como la autolesión (placer al infundirse dolor a uno mismo), la bulimia (placer encontrado al ingerir grandes cantidades de comida) o, lo que las engloba junto a otros trastornos, la adicción.

En primer lugar, conviene hacer hincapié en que al hablar de adicciones, no solo englobamos sustancias como la nicotina o el alcohol, como comúnmente rendemos a relacionar. Existen distintos tipos de adicciones o dependencias: las dependencias emocionales (al amor, al control del círculo de amigos...), que están relacionadas con la psicología profunda y los mecanismos de defensa psíquicos; coadicciones (causadas por sustancias adictivas); y dependencias situacionales, relacionadas con la conducta y la respuesta a estímulos externos (adicción a internet, psicopatía...)

Lo que ocurre cuando nos volvemos adictos a algo, es que ese algo (ya sea la comida, el sexo, las redes sociales, la adrenalina...) ha estimulado nuestra área de recompensa, incrementando la liberación de las sustancias que segrega. Esto nos crea una necesidad de mantener ese nivel de liberación de sustancias mayor a la natural, por lo cual tenemos que repetir la acción que causó el estímulo, creando una relación de dependencia hacia ella, lo que llamamos adicción.

Este proceso ocurre en su mayoría por una incorporación de sustancias químicas a nuestro organismo, como la cocaína o el tabaco.

Además, la adicción a estímulos que no activan el área de recompensa con sustancias químicas se produce por un cambio en la conducta psicológica del paciente, que la asocia mediante mecanismos neuronales al placer y la estabilidad.

Si no se resiste esta dependencia para que la necesidad de dopamina y oxitocina vuelvan, se desarrolla una tolerancia, es decir, cada vez necesitamos más para quedar saciados, una dependencia fisiológica basada en la búsqueda de un estado anímico estable, y una dependencia emocional vinculada al malestar que general el síndrome de abstinencia en un adicto.

Factores cruciales para curar la adicción son el autocontrol, el cese provisional y controlado de la causa de la adicción para controlar el síndrome de abstinencia y los impactos psíquicos de éstos, y el control del estrés, cuya manifestación se da en el área de recompensa disparando los niveles de necesidad de dopamina y oxitocina.

Ahora que conocemos qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos volvemos adictos, tenemos la herramienta del conocimiento para ser precavidos y prudentes en cuanto a las sustancias que incorporamos a nuestro organismo, y así promover un consumo responsable.
Ana Barón.
Nuria Moreno.
María Gutiérrez.
 
 

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