¿No os parece que la serendipia está sobrevalorada en el mundo de la divulgación científica? El hallazgo fortuito, la coincidencia, el azar,…, todo ello parece estar detrás de muchos de los grandes descubrimientos científicos, si nos atenemos a los relatos divulgativos. Recuerdo incluso que, hace algunos años, una periodista interesada en la divulgación científica me propuso hacer una serie de programas radiofónicos con este mismo título (Serendipia) y enfoque: la casualidad en la historia de la Ciencia.
El bergantín Beagle (Wikipedia) |
Sinceramente, desconozco la razón de este fenómeno, que parece afectar
sobre todo a los periodistas dedicados a la divulgación científica. De la
manzana de Newton al sueño de Kekulé, la idea del hallazgo casual que cambia la
historia parece demasiado poderosa como para resistirse a ella. El problema es
que, sin negar las casualidades, la Ciencia no funciona así. Centrándonos en
las teorías científicas, estas se gestan sobre un sustrato empírico, pero también
requieren de un ambiente intelectual propicio.
Un ejemplo claro de esto puede encontrarse en la idea de evolución
biológica. La aportación de Darwin es, sin duda, extraordinaria, pero hay
que situarla en su marco temporal. Pensemos en Aristóteles. El filósofo griego
era también un finísimo observador del medio natural, y disponía de datos
empíricos más que suficientes para formular una hipótesis evolutiva sobre el
origen de las distintas especies. Entonces, ¿Por qué Darwin y no Aristóteles?
Más aún, ¿por qué, en unos pocos decenios, Lamarck, Saint-Hilaire, Humboldt,
Von Baer, Hutton, Wallace y una pléyade de pensadores más o menos
evolucionistas que aparecen, casi de repente, por toda Europa?
Sintetizando mucho lo que a continuación se expone con algo más de detalle,
podemos decir que la idea de cambio evolutivo encontró su sustrato empírico en
las características de la enorme biodiversidad descubierta para los europeos
por las expediciones científicas de los siglos XVIII y XIX. En cuanto al
ambiente intelectual propicio, apareció en esta misma época de la mano de la
Revolución Industrial y los vertiginosos cambio sociales, políticos, económicos
y tecnológicos que acontecieron. Nada de esto se daba en la Grecia del siglo IV
a. C..
Todo esto aparece explicado en el siguiente texto, que escribí hace unos
años para el alumnado de la asignatura Cultura Científica de 1º de
Bachillerato, y que reproduzco a continuación.
Las especies no cambian. Nadie ha
visto que de un animal nazca otro de distinta Las especies no cambian. Nadie ha
visto que de un animal nazca otro de distinta especie. Los perros siempre
engendran perros, y de las semillas de manzana siempre germinan manzanos. Por
otro lado, los grabados más antiguos de nuestros antepasados (por ejemplo, los
de los antiguos egipcios, con más de 5000 años) muestran animales y plantas
idénticos a los actuales.
Charles R. Darwin en su madurez. |
Uno de los resultados de estas expediciones fue el hallazgo de una sorprendente y enorme biodiversidad. Los barcos regresaban cargados con cientos y cientos de plantas y animales nunca vistos en Europa hasta el momento. Muchas de estas especies mostraban a adaptaciones a climas y ambientes muy distintos de los europeos, pero, al mismo tiempo, guardaban importantes similitudes con la fauna y flora propias de las metrópolis. Todo ello podía, ciertamente, interpretarse como el resultado de una complicadísima creación divina. Sin embargo, también cabía otra posibilidad: suponer que las especies se habían hecho más diversas conforme tenían que adaptarse a cambios ambientales o colonizar nuevos territorios, es decir, suponer que los seres vivos cambian.
J. B. Monet, caballero de Lamarck |
Mientras
todo esto sucedía, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, la historia
europea da un vuelco y parece sufrir una vertiginosa aceleración. Acontece la
Revolución Industrial. En unos decenios se suceden desarrollos tecnológicos que
cambiarán rápidamente la faz de la Tierra, las costumbres y los estilos de
vida: la máquina de vapor, el barco de vapor, el ferrocarril, la fotografía, el
telégrafo, … En los planos político, económico y social, los cambios son
igualmente gigantescos. Se suceden las revoluciones, nuevos regímenes
políticos, repúblicas y monarquías constitucionales, migraciones masivas del
campo a la ciudad, grandes concentraciones industriales, etc. Aparece una nueva
clase social – el proletariado industrial – y un nuevo sistema económico – el
capitalismo – toma las riendas del mundo. El viejo mundo se tambalea y cae
rápidamente. La idea de cambio penetra todos los ámbitos de la
vida.
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