miércoles, 10 de junio de 2020

EXTENSO CATÁLOGO DE SERPIENTES



Las criaturas de las que hablaré le causan a la gente los sentimientos más ambiguos. Algunas personas se entumecen y se asustan cuando las ven, otras son indiferentes a ellas y otras simplemente las adoran.En este artículo se destacarán aquellas serpientes que sobresalen de entre las demás gracias a las características que les han sido otorgadas por la evolución:

La pitón reticulada, propia del sureste asiático, ostenta el récord a la serpiente más larga del mundo, llegando a superar hasta los 7 metros de longitud. Se han registrado casos de especímenes que han alcanzado los 8 metros, aunque no es lo común. Es evidente que encontrarse a un reptil de tales dimensiones puede provocar miedo, pánico y estupor, pero nos deberíamos de considerar afortunados por vivir en la época actual y no en la Sudamérica del Paleoceno, pues nos habríamos encontrado cara a cara con la titanoboa y creedme, 13 m de longitud y 1 tonelada de peso no suenan muy bien juntos.
En el lado opuesto, encontramos a la Tetracheilostoma carlae, serpiente endémica de Barbados cuyo tamaño oscila los 9 y 10 cm de largo, la cual, si llegase a adoptar su posición de defensa podría caber en la superficie de una moneda de un cuarto de dólar.
La anaconda es una serpiente endémica de Sudamérica. Puede llegar a superar los 220 kg de peso, estableciéndose como la serpiente más pesada del mundo y para poder soportarlo, vive de forma parcial en los ríos de las zonas que habita. Durante mucho tiempo se pensó que la anaconda era también la especie más larga del mundo hasta que se registraron especímenes de pitón reticulada (anteriormente mencionada) que la superaban en tamaño. La cultura del cine (saga de películas “Anaconda”) y literaria también han ayudado a que esta serpiente se considere como la de mayor longitud y la más peligrosa.
El puesto a la serpiente más venenosa se la lleva la Oxyuranus microlepidotus o serpiente taipán. Es una especie nativa de Australia considerada como la serpiente terrestre más venenosa del mundo. Una sola mordida de esta serpiente puede matar a unas 120 personas en poco menos de una hora. Otras serpientes conocidas por su veneno son la cobra real, propia de Asia o la mamba negra, nativa de África
Existen ciertos rasgos físicos en las serpientes que nos permiten saber si son venenosas o no, como la forma de su cabeza o la forma de sus pupilas En caso de tener una cabeza triangular y pupilas como las de los ojos de un gato, sabremos inmediatamente que son venenosas. Sin embargo, si su cabeza y pupilas son redondeadas, no serán venenosas pero probablemente constrictoras. Aunque las reacciones de algunos cuando las vean será la de huir despavoridos por el miedo, lo que debe hacerse es fijarse bien pues de esta manera podrán saber si corren riesgo o no de ser envenenados.
En conclusión, es realmente sorprendente darse cuenta del hecho de que las serpientes hayan sido seres vivos coetáneos a los dinosaurios y que a pesar de la cantidad de millones de años que han pasado sigan existiendo y siendo bastante parecidas a sus antepasados.
Javier Borrego Martín.

AGUA POR TODAS PARTES Y NI UNA SOLA GOTA PARA BEBER


En la Tierra hay un volumen de 1386 millones de kilómetros cúbicos de agua, el 71% de
ella es agua  accesible y aún así sigue faltando. ¿Cómo es esto posible? En España,
por ejemplo, estamos rodeados de agua de mar. ¿Por qué no beberla?
Estas son preguntas que cuando en tu clase se habla de calentamiento global, sequía y de la falta de agua te sueles hacer. Pero la respuesta es más que obvia: el ser humano no puede consumir el agua de mar, ésta te produce mucho más mal que bien. Nuestro riñón es el encargado de desechar los elementos innecesarios a través de la orina. Él solo puede producir una orina que tenga menos ión cloruro que el propio medio interno y para eliminarlo tiene que eliminar un volumen de orina superior al volumen de agua marina ingerida pero además tiene que utilizar agua pura, que como no la has bebido porque solo bebes agua de mar, tu cuerpo la coge de los tejidos de los organismos produciendo una grave deshidratación que puede causar la muerte.
La siguiente pregunta que se te viene a la cabeza es, ¿cómo hace esto los riñones? Esto es la variación de concentración de orina, varía entre especies y depende


                   del asa de Henle que es una estructura de la nefrona (unidad principal del riñón) que se encarga de proporcionar el medio osmótico adecuado. Las aves y los mamíferos son los únicos grupos de animales capaces de producir una orina más concentrada que el plasma sanguíneo de cuya filtración procede tal orina.
Entonces, ¿los mamíferos marinos no pueden beber agua de mar? Ellos sí son capaces porque pueden producir una orina de muy alta concentración osmótica. Estos animales disponen de 30 ml de agua pura por cada litro de agua de mar. Los humanos no podemos alcanzar esta concentración tan alta para expulsar el
exceso de sales por lo tanto su eliminación produce esa pérdida neta de agua.
Nuestro límite en condiciones extremas y en un periodo no prolongado es de una concentración osmótica de 1400 mOsm l-1, cuando lo normal es de 285 mOsm-1. Los mamíferos marinos pueden alcanzar esa cifra sin esfuerzo, esa es una gran diferencia con el resto de mamíferos.

SUMMARY
We know that the human been can not drink seawater. If we drinked, our kidney would not remove the salts so it will need pure water, the kidney will obtain that from the tissues producing a dehydration.
The kidney can do it because he use an anatomical structure called Henle handle 
that make a good osmotic medium.

Irene Martínez Martínez.


martes, 9 de junio de 2020

Y EN UNA ISLA DESIERTA ....¿QUÉ HAY PARA BEBER?



El ser humano se hace constantemente preguntas y de vez en cuando se pone en situaciones extremas. Seguramente sabéis de qué hablo, ¿quién no se ha puesto alguna vez en la piel de Robinson Crusoe? En el momento en que nos ponemos en esa situación, lo primero que nos viene a la cabeza es... ¿cómo podría sobrevivir? Y automáticamente después comenzamos a buscar formas de alimentarnos e hidratarnos, y aquí es cuando aparece la gran pregunta ¿el agua de mar sería un buen recurso para evitar la deshidratación?
Lo más normal es que cuando hayáis intentado responder esta pregunta la respuesta haya sido no, y su justificación haya sido que te da aún más sed, por lo que no serviría de nada, pero... ¿por qué ocurre esto? Para dar una buena respuesta, se debería empezar explicando la función de los riñones: filtrar la sangre, eliminando los desechos y el exceso de agua para producir orina. Estos no están preparados para producir una orina de más de un 2% de concentración y el agua de mar tiene aproximadamente un 3% de sal, por lo que si la bebemos para calmar la sed, los riñones tienen que retirar agua de nuestro cuerpo para diluir la sal extra y esto nos hace sentir más sedientos.
Si bebemos un litro, nuestros riñones necesitarán al menos un litro y medio de agua pura para diluir toda la sal. Para conseguirlo, se verán obligados a retirar medio litro extra de agua de nuestro cuerpo. En el caso de que bebiésemos 1 vaso de agua de mar al día (unos 250 ml), estaríamos ingiriendo una cantidad de sal de 8,75 g aproximadamente.
Además, ingerir este agua crea hipertensión y aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ACV (accidente cerebrovascular), debido a que las arterias se contraerían para mantener la presión arterial y provocando que la sangre deje de llegar al cerebro.
En 1952 un doctor llamado Alain Bombard hizo un experimento llamado «Náufrago Voluntario» en el cual se lanzó a la deriva en el Atlántico durante 65 días en una balsa sin provisiones. Según él, en caso de que te encuentres en alta mar es posible beber una cucharada de agua de mar cada 20 minutos, bebiéndose muy despacio y dejando que la saliva reduzca la salinidad del agua ingerida. Esto, según él, contribuiría a sobrevivir más tiempo. De todos modos, hoy en día se sabe que el Dr Bombard llevaba escondido comida en la balsa, de esta forma su teoría deja de ser muy fiable.
En conclusión, si se os pasa por la cabeza la idea de ser náufragos voluntarios nunca bebáis agua de mar si no queréis deshidrataros, acudid mejor al agua de coco o de otro tipo de fruta acuosa como la pera.
Ángela Gutiérrez Vílchez.

domingo, 7 de junio de 2020

LOS OCÉANOS SE SATURAN DE PLÁSTICOS

La ONU advierte que, para el año 2050 nuestros océanos tendrán más plásticos que peces. 

 Esta preocupante noticia es consecuencia de la gran cantidad de residuos, como bolsas, colillas, botellas, redes de pesca, etc. que se han vertido al mar de forma accidental durante las últimas décadas. En concreto 8 millones de toneladas de basura llegan cada año a los mares y océanos y se desconoce la cantidad exacta de plásticos, pero se estiman que unos 5-50 billones de fragmentos de plásticos se encuentran en el mar, sin incluir los que hay en el fondo marino o en las playas. A islas, como la situada en el territorio de Henderson, en el Pacífico, llegan cada día 3.570 residuos de plásticos a sus costas, acumulando 18 toneladas de desechos en sus 37 kilómetros cuadrados. 

 Pero realmente los grandes perjudicados son los animales del mundo marino, ballenas muertas con gran cantidad de plásticos en sus estómagos, tortugas y delfines agonizantes después de ingerir este material, cangrejo ermitaño en el interior de un tapón de botella, y así podríamos seguir con incontables ejemplos que afectan a estos animales. 

 Por último, esos mismos desechos plásticos afectan a nuestra salud, ya que los pescados y moluscos que consumimos en nuestra alimentación contienen grandes cantidades de microplásticos que, al consumir estos animales, pasan a nuestro organismo. 

 El impacto de los vertidos en los océanos viene originado por el tiempo que necesita el plástico en biodegradarse, ya que dependiendo del tipo y de las condiciones a las que se expone (luz solar, agentes mecánicos, oxígeno) tarda más o menos tiempo. Algunos ejemplos de estos periodos serían: hilo de pesca ± 600 años, botella ± 500 años, cubiertos ± 400 años, vaso 65-75 años, bolsa 55 años, suela de zapato 10-20 años, colilla 1-5 años, globo 6 meses. 

 Además de la contaminación de aguas y animales con microplásticos, existen otros problemas como los accidentes que sufren los animales marinos y aves del entorno al producirse enredos (tortugas que quedan atrapadas en las viejas redas de los barcos), asfixias (cigüeñas atrapadas en bolsas de plástico), estrangulamientos o desnutrición de los animales al ingerir estos materiales y bloquear el estómago o el intestino (polluelos que tragan algún trozo de plástico y mueren por perforación del intestino o problemas crónicos e irreparables).

 El consumo de plásticos arroja cifras alarmantes, siendo los países más industrializados los que más utilizan estos materiales, como puede apreciarse en el gráfico (fig. 1). En este mapa, podemos observar los residuos de plásticos mal administrados y los remolinos de agua que atrapan enormes masas de desechos en su corriente. 

 Toda esta cantidad de desechos podría reducirse de forma eficaz, mejorando la gestión de las basuras, reduciendo su cantidad y reciclando. Es un esfuerzo de todos y frenar esta contaminación es responsabilidad también de todos, desde quienes los fabrican, lo consumen y administran los residuos. 

Ya en varios países del mundo se han iniciado medidas para detener este problema global, por ejemplo, en Holanda, Alemania, Croacia, Canadá y varios estados de EE.UU. y Australia, ya tienen en marcha sistemas de retorno de envases que ha demostrado que permite recuperar casi el 100% de los envases. Otros como Francia, Marruecos, Senegal, Ruanda, Mauritania o China, han optado por la prohibición del empleo de determinadas bolsas de plásticos. El uso de las microesferas de plásticos empleadas en productos cosméticos está prohibido por leyes en EE. UU. Australia y otros países como Canadá, Dinamarca, Suecia o Reino Unido están en fase de sacar nuevas normas para impedir su utilización. 

 También de forma individual se pueden tomar medidas para reducir el consumo de estos residuos, evitando las bolsas de plástico de un solo uso y utilizar en su lugar bolsas de tela, cestas o carros, priorizando la compra de botellas y envases reutilizable y/o retornables, controlando los ingredientes de los cosméticos y evitar los productos con microplásticos: polietileno (PE), polipropileno (PP), PET, PMMA y/o nylon, rechazando envases y utensilios de un solo uso como vasos, cubiertos o pajitas y por supuesto, depositando los residuos plásticos en el contenedor adecuado. 

 Por otra parte, habría que duplicar los esfuerzos para conservar y utilizar de manera sostenible los océanos, mares y recursos marinos y sería deseable que se invirtiera en procesos que, no sólo limpien, sino que impidan que los desechos terminen en el mar. 

 El gran potencial del reciclaje es indudable, de botellas de PET (polietileno tereftalato) recicladas pueden proporcionar fibras para fabricar camisetas, los vasos usados de plástico pueden tener más oportunidades transformándose en cubos de basura, bancos para parques o juegos de parques infantiles. La idea es no fabricar más, sino reutilizar lo ya producido, aunque no sea bien acogido por las fábricas de plásticos que obtienen grandes ingresos anuales (600 mil millones). 


















Cristina De la Plata Delgado.

martes, 14 de abril de 2020

ENSEÑANZA DURANTE EL CONFINAMIENTO: CAMBIO DE PRIORIDADES

A raíz del repentino confinamiento, la escuela ha saltado por los aires. Se acabó la normalidad, y todo intento de fingir que la actividad docente se mantiene como si tal cosa, por mucho que se aderece de nuevas tecnologías, teletrabajo, etc., está condenada al fracaso, si no al ridículo. Expondré sucintamente en qué me baso para tan categóricas afirmaciones. Adelanto que mis tesis coinciden en buena parte con lo expuesto por Guadalupe Jover en un atinadísimo artículo publicado en El Diario de la Educación. 
Mi mayor discrepancia no radica tanto en el análisis de la situación como en las consecuencias que extraigo de él. Parto de una obviedad que, sin embargo, conviene tener muy presente: estamos ante una situación única. Jamás el sistema educativo ha tenido que hacer frente, de un día para otro, a algo parecido. Por tanto, es normal que todos (repito, todos: profesorado, estudiantes, familias, incluso la propia Administración) estemos desorientados y titubeemos sobre cómo actuar. Admitámoslo. Cualquier intento de fingir normalidad está condenado al ridículo. 
 Si damos por buena la premisa anterior, habrá que admitir que no podemos intentar desarrollar unas actividades lectivas “normales”, solo que a distancia. Hay muchos motivos, y empiezo por el que creo más importante: el profesorado y la administración no pueden ofrecer “clases normales” cuando el alumnado y sus familias están viviendo una situación traumática, encerrados semanas enteras en sus casas, conviviendo en un espacio reducido y con una amenaza invisible pero cada vez más presente, viendo como familiares dejan de trabajar y no saben si volverán a hacerlo, … Desde luego, una situación de estrés prolongado en el tiempo es lo menos aconsejable para desarrollar un aprendizaje “normal”. 
 Añadamos, además, otra obviedad. No se puede transformar un sistema educativo presencial en otro a distancia, literalmente, de la noche a la mañana. Una cosa es utilizar recursos online y comunicaciones a través de las nuevas tecnologías – en mayor o menor medida, la mayor parte del profesorado ya lo estábamos haciendo – y otra muy distinta, pasarse en bloque a un modelo 100% no presencial, con todo lo que esto implica: currículo modificado, evaluación, actividades de todo tipo, etc. La propia infraestructura proporcionada por la Administración, que ya deja bastante que desear en condiciones normales, ahora se revela claramente insuficiente, a pesar de los esfuerzos que se están haciendo. Por otro lado, nuestra formación, experiencia e incluso manera de pensar están totalmente orientadas hacia una enseñanza presencial, aunque usemos cada vez más herramientas telemáticas. En definitiva, padecemos de escasez de recursos, formación y tiempo para abordar con éxito un cambio tan grande. 
Si por el lado de la administración y el profesorado, las insuficiencias son notables (a pesar de los esfuerzos, insisto), veamos qué sucede en los hogares y familias. A estas alturas no debería hacer falta hablar de las enormes desigualdades sociales en el acceso a recursos TIC, material de estudio o, simplemente, lugar apropiado para el mismo. En un modelo presencial, esto puede ser parcialmente compensado en el centro de enseñanza. Ahora es imposible. La famosa “brecha digital” puede desembocar en un abismo social.
 Si antes de la pandemia, la situación en muchos hogares ya era difícil, imagínense hora. ¿Cuántos miles de pisos de 60 metros cuadrados o menos albergan familias con dos o tres niños, padres con trabajo en precario (a menudo sin empleo), algún abuelo en situación de riesgo (o, peor aún, aislado en su domicilio), un o ningún ordenador, una mala conexión a Internet – si acaso – un adulto teletrabajando, etc.? ¿Se imaginan la tensión continua obligados a convivir las 24 horas, día tras día y sin respiro, en estas circunstancias? ¿Podemos pretender que niños y adolescentes estudien a distancia las 11 asignaturas de, por ejemplo, primero de ESO con “normalidad”? 
Por último, pero no menos importante, esta situación pone en primer plano la importancia del factor humano, de la cálida presencia de las personas que están implicadas en el hecho de aprender y enseñar. Esto es tanto más importante cuanto menor es la edad de los estudiantes. Es necesario estar frente a frente para desarrollar las interacciones entre todos nosotros necesarias para aprender. 
 Ante esta situación, que debemos reconocer difícil, ¿qué podemos hacer los enseñantes? Mucho, sin duda, como todas las profesiones que son de intervención social. Allá va mi opinión. En primer lugar, redefinir nuestros objetivos. Tal vez debamos olvidarnos de desarrollar una programación pensada para otras circunstancias muy diferentes. En lugar de ello, deberíamos determinar en qué podemos ser más útiles para nuestro alumnado, ante lo que está experimentando ahora. Mal asunto si la educación que ofrecemos no puede ayudarles a comprender y afrontar la difícil situación en la que nos encontramos. 
¿Qué medidas tomar como docentes? En mi opinión, habría que proporcionar a nuestro alumnado actividades y recursos que les permitan entender lo que está pasando (aproximarse, vale, que esto no lo comprende del todo nadie), otros que les permitan relajarse y aprender sin estrés añadido: lecturas, vídeos, etc. que tengan un valor formativo en sentido amplio y contribuyan a desarrollar habilidades como la lectura, la escritura, la interpretación de una imagen, etc. Muy importante también será desarrollar el espíritu cooperativo y solidario, así como el pensamiento crítico: ¡qué magnífica ocasión para analizar bulos que circulan por las redes, enseñar a rastrear las fuentes, distinguir ciencia de pseudociencia, etc.! Pero todo ello sin agobiar, muy al contrario, aprovechando la ocasión para que se pueda aprender sin añadir más presión a la que ya estamos todos sufriendo. Para ello sería necesario relajar la carga de tareas y plantearnos unos mecanismos de evaluación, si es que ha lugar, más acordes con estas circunstancias excepcionales. 
Queda por abordar la difícil cuestión del “cierre” del curso. En mi opinión, solo es difícil en el caso de los cursos terminales de etapa, las pruebas de acceso a la Universidad y las prácticas en empresas en la formación profesional. Se trata de cuestiones más específicas cuyo debate (al menos en algunos aspectos) merecerá un artículo dedicado a ello. En el resto de los cursos y niveles, sobre todo si el cierre de los centros educativos se prolonga, a mí no me dolerían prendas en darlo por terminado con lo que se ha hecho hasta ahora más lo que estamos haciendo no presencialmente, pero esto último siempre a título complementario. Los profesionales de la enseñanza sabremos como tener en cuenta en nuestras programaciones futuras todo lo que no se ha hecho - o se ha hecho de manera diferente a la prevista - en este curso. 
El sistema educativo tiene que ser lo suficientemente flexible como para asumir y metabolizar un curso anómalo. Si no lo es, entonces merece que este bichito o cualquier otro agente lo ponga patas arriba.
 
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