lunes, 28 de mayo de 2012

EL PODER DE LA MENTE / THE POWER OF MIND


Mover objetos con la mente. Un sueño del hombre y una necesidad para quienes sufren parálisis. Sin embargo, esto ya forma parte de la realidad, lo han logrado dos pacientes- Cathy y Bob – ambos con lesiones en el tallo cerebral que, como consecuencia, les había dejado parapléjicos, mudos y sin apenas forma alguna de comunicarse.

Cathy, que llevaba así desde que sufrió un ictus cerebral hace 15 años, consiguió mover un brazo robótico para coger un recipiente, llevarlo hasta su boca y beber un sorbo de su contenido solamente con su pensamiento. Bob es un caso más reciente, paralizado desde 2005, y lo hizo aún mejor en una prueba similar. Todavía quedan muchas cosas por mejorar, pero el experimento es de los que permiten tener esperanza para mejorar la calidad de vida de este tipo de discapacitados.

La tecnología requerida para conectar el cerebro a una máquina ha sido el producto de años de experimentación en los que se ha invertido tanto dinero como tiempo para diseñar robots, electrodos, algoritmos matemáticos que codifican las señales y probar este complicado sistema en animales de laboratorio. Tras todo ello, esos electrodos – finas agujas que se introducen varios milímetros dentro del cerebro – recogen las ondas producidas en el área cerebral que se encarga de ejecutar los movimientos, en este caso el área motora. Aunque las personas con parálisis como Cathy no puedan mover los músculos para llevar a cabo una acción, la simple intención de querer realizarla produce unos impulsos nerviosos que son detectados por los electrodos que posteriormente se descodifican en el ordenador y los trasmite al robot. También se ha conseguido mover el cursor en una pantalla únicamente con el pensamiento y tras mejorar algunos aspectos del sistema, es posible realizar movimientos en tres dimensiones, que poseen mayor complejidad que los anteriores.

La inserción de electrodos en el cerebro puede ser algo aparatosa por lo que los científicos esperan sustituirla con el paso del tiempo por sistema no invasivos o al menos no tanto. Una posibilidad sería un casco que recoja las señales cerebrales como los que se usan en electroencefalogramas. Y por qué no, prescindir de los miembros robóticos y aprender a conectar señales a los propios músculos del paciente.

Al fin y al cabo todas las investigaciones albergan la ilusión de poder ver sonreír a otros muchos enfermos como Cathy.
Laura  Borrego  Cabezas.

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