La mezcla de lobos y perros domésticos supuso la modificación genética de ambas especies. Se trata de un estudio biológico de la Universidad de Calgary (Canadá). La coloración oscura ayudará a la supervivencia del lobo ante el cambio climático. El calentamiento global provoca que se vaya reduciendo la zona ártica. El gen responsable del color oscuro del pelaje está presente en lobos y perros.
A priori, podría pensarse que el cruce de un lobo con un perro provocaría la degeneración de la especie salvaje y la haría menos competitiva para luchar por su supervivencia en la naturaleza. Sin embargo, este tipo de hibridaciones con animales domésticos, lejos de perjudicar a las poblaciones de lobos, suponen para éstas una ventaja adaptativa ante el cambio climático.
El melanismo, como es conocido el color de los seres vivos, ha generado importantes ejemplos para mostrar la teoría Darwinista. El caso clásico para mostrar el avance de la adaptación y la selección natural es el de las polillas inglesas durante la Revolución Industrial. Aquellas que tenían sus alas blancas no eran vistas por los depredadores sobre los troncos también blancos de los chopos, mientras las negras eran cazadas con mayor facilidad. Pero la contaminación generada por la actividad de las fábricas oscureció los troncos haciendo que las polillas negras estuviesen desde entonces mejor adaptadas que las blancas.
Las implicaciones de este estudio son amplias y controvertidas. Así, como consecuencia del calentamiento global, se ha sugerido que la supervivencia de las poblaciones de lobos de la tundra puede estar comprometida ya que este hábitat está desapareciendo. Los autores del estudio presentan la posibilidad de que la supervivencia de estas poblaciones se puede haber visto favorecida por la hibridación ocasional con perros. Así, la hibridación, un fenómeno que amenaza a muchas poblaciones naturales, puede ser beneficiosa en este caso. Los autores indican que la diversidad que existe en especies domésticas puede contribuir a que exista una mayor diversidad en las salvajes, ayudando así a su supervivencia a largo plazo.
Algunos estudios han sugerido que, de la misma manera que el color blanco es beneficioso para los lobos que viven en la tundra nevada, el color negro de algunos lobos puede incrementar su probabilidad de supervivencia, quizás ayudándoles a pasar desapercibidos cuando cazan. Esta fuerza selectiva, incrementando la supervivencia de los lobos negros, podría explicar que esta mutación se encuentre en frecuencias relativamente altas en algunas de las poblaciones salvajes estudiadas (como entre los lobos que viven en el Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos).
Según esta investigación, esta modificación genética pudo ocurrir en fechas tan recientes como cuando llegaron a América del Norte los perros domésticos europeos o en fechas tan remotas en el tiempo como cuando hace 14.000 años los humanos emigraron a América del Norte a través del Estrecho de Bering.
Hasta ahora se atribuía a la adaptación y la selección natural la relación entre el color del pelaje del lobo y su hábitat -los lobos blancos son más comunes en la tundra ártica-, pero el estudio determina que puede ser un primer ejemplo de una modificación genética provocada por el hombre.
Es un poco irónico que un rasgo que fue creado por el hombre pueda ahora resultar beneficioso para los lobos ante un calentamiento global que ha sido, igualmente, provocado por el ser humano.
A priori, podría pensarse que el cruce de un lobo con un perro provocaría la degeneración de la especie salvaje y la haría menos competitiva para luchar por su supervivencia en la naturaleza. Sin embargo, este tipo de hibridaciones con animales domésticos, lejos de perjudicar a las poblaciones de lobos, suponen para éstas una ventaja adaptativa ante el cambio climático.
El melanismo, como es conocido el color de los seres vivos, ha generado importantes ejemplos para mostrar la teoría Darwinista. El caso clásico para mostrar el avance de la adaptación y la selección natural es el de las polillas inglesas durante la Revolución Industrial. Aquellas que tenían sus alas blancas no eran vistas por los depredadores sobre los troncos también blancos de los chopos, mientras las negras eran cazadas con mayor facilidad. Pero la contaminación generada por la actividad de las fábricas oscureció los troncos haciendo que las polillas negras estuviesen desde entonces mejor adaptadas que las blancas.
Las implicaciones de este estudio son amplias y controvertidas. Así, como consecuencia del calentamiento global, se ha sugerido que la supervivencia de las poblaciones de lobos de la tundra puede estar comprometida ya que este hábitat está desapareciendo. Los autores del estudio presentan la posibilidad de que la supervivencia de estas poblaciones se puede haber visto favorecida por la hibridación ocasional con perros. Así, la hibridación, un fenómeno que amenaza a muchas poblaciones naturales, puede ser beneficiosa en este caso. Los autores indican que la diversidad que existe en especies domésticas puede contribuir a que exista una mayor diversidad en las salvajes, ayudando así a su supervivencia a largo plazo.
Algunos estudios han sugerido que, de la misma manera que el color blanco es beneficioso para los lobos que viven en la tundra nevada, el color negro de algunos lobos puede incrementar su probabilidad de supervivencia, quizás ayudándoles a pasar desapercibidos cuando cazan. Esta fuerza selectiva, incrementando la supervivencia de los lobos negros, podría explicar que esta mutación se encuentre en frecuencias relativamente altas en algunas de las poblaciones salvajes estudiadas (como entre los lobos que viven en el Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos).
Según esta investigación, esta modificación genética pudo ocurrir en fechas tan recientes como cuando llegaron a América del Norte los perros domésticos europeos o en fechas tan remotas en el tiempo como cuando hace 14.000 años los humanos emigraron a América del Norte a través del Estrecho de Bering.
Hasta ahora se atribuía a la adaptación y la selección natural la relación entre el color del pelaje del lobo y su hábitat -los lobos blancos son más comunes en la tundra ártica-, pero el estudio determina que puede ser un primer ejemplo de una modificación genética provocada por el hombre.
Es un poco irónico que un rasgo que fue creado por el hombre pueda ahora resultar beneficioso para los lobos ante un calentamiento global que ha sido, igualmente, provocado por el ser humano.
Laura Gutiérrez.
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