Sí, el título puede sonar algo provocativo, lo reconozco. Pero es la idea que me viene a la mente ciertos días, como cuando recientemente leí esta reseña, o esta otra sobre la, al parecer, fracasada Cumbre Mundial sobre Biodiversidad, celebrada en Nagoya (Japón) durante los últimos días de Octubre. La reunión, convocada por la ONU, terminó sin alcanzar ningún acuerdo concreto sobre medidas de protección, plazos para las mismas, financiación, etc. El principal acuerdo fue volver a reunirse en 2012, en la India, para tratar estos mismos temas.
¿Cuáles pueden ser las causas de este fracaso? ¿El empecinamiento de las delegaciones de algunos estados? ¿La falta de voluntad política de unos o de otros? ¿O quizá la escasez de fondos disponibles en esta coyuntura de crisis económica? Tal vez descubramos algunas pistas si nos fijamos en las circunstancias que rodean esta problemática.
Para empezar, si entendemos por biodiversidad la variedad de especies de seres vivos existentes (en realidad el concepto de biodiversidad es más rico, pero será mejor no complicarnos la vida al principio), nos encontramos con que se han descrito más de un millón y medio de especies vivas en la actualidad. Especialmente rico en formas de vida es el grupo de los Artrópodos, que incluye Insectos, Arácnidos, Crustáceos, etc., con más de un millón de especies conocidas. También es muy variado el mundo de las plantas, que incluye unas 270.000 especies conocidas. Pero, probablemente, la mayor riqueza en formas de vida está aún por descubrir. Se calcula que las minúsculas bacterias y los hongos (criaturas misteriosas donde las haya, dignas de la más fantasiosa película de ciencia-ficción) guardan cientos de miles de especies esperando ser descubiertas, catalogadas y estudiadas. No hay consenso entre los especialistas acerca del número de especies que la ciencia todavía no ha descubierto, pero una estimación relativamente prudente las cifra en al menos diez millones.
Diez millones de tipos diferentes de seres vivos; diez millones de historias evolutivas diferentes, de genes, de moléculas, de soluciones fisiológicas a problemas ambientales, de comportamientos distintos... ¡Qué inmensa riqueza! ¡Qué colosal farmacia! ¡Qué extraordinaria reserva de nuevos alimentos, tejidos, colorantes, etc.! 3500 millones de años de evolución han conformado el mayor almacén de productos químicos y -no lo olvidemos- la más increíble fuente de goce estético que podamos imaginar.
Pues, bien, el ritmo actual al que está desapareciendo este formidable tesoro supera al ritmo al que se descubren nuevas especies. Dicho de otro modo, las sociedades industriales están condenándose a si mismas y a las generaciones futuras a desconocer para siempre la formidable variedad de formas de vida que puebla nuestro planeta. De entre las muchas causas de esta reducción de la biodiversidad, destaca la destrucción acelerada de muchos espacios naturales, que afecta sobre todo a algunos de los más ricos en especies: selvas ecuatoriales, arrecifes de coral, humedales, etc. Esta destrucción viene de muy atrás, pero se aceleró enormemente durante la época de dominación colonial por parte de los estados ricos del Primer Mundo, y continúa en la actualidad por causas parcialmente distintas. Muchos países en vías de desarrollo intentan satisfacer las necesidades básicas de una población siempre creciente y pagar la asfixiante deuda contraída con estados ricos , bancos, corporaciones transnacionales, etc., para lo que intentan explotar al máximo sus recursos naturales. Esto implica aumentar la superficie agrícola a expensas de la forestal, poner en explotación yacimientos minerales a costa de abrir nuevas vías de comunicación y fragmentar los hábitats naturales, sobreexplotar el suelo y la vegetación, provocando una desertificación creciente, etc. Es fácil imaginar cómo todo ello incide negativamente en la conservación de los espacios naturales y, por tanto, en la biodiversidad.
Los beneficios económicos a corto plazo de todas estas actividades fluyen hacia los países ricos (este enlace lo explica muy bien con un ejemplo) y algunas élites de los países en desarrollo. En cambio, los perjuicios recaen pronto sobre las poblaciones autóctonas y, más a medio plazo, sobre el conjunto del planeta. Por este motivo, en las negociaciones internacionales sobre conservación de la biodiversidad, algunos países en desarrollo plantean que los más ricos deben compensarles por las costosas medidas de conservación necesarias (la yasunización de Ecuador es un buen ejemplo), lo que no es bien recibido por algunos de los países más desarrollados. Hoy por hoy, este conflicto de intereses está frenando la adopción de un acuerdo internacional para proteger la riqueza natural del planeta.
Confiemos en que la sensatez se imponga y la próxima cumbre mundial sobre biodiversidad marque un cambio de rumbo hacia una protección efectiva de nuestros tesoros naturales.
¿Cuáles pueden ser las causas de este fracaso? ¿El empecinamiento de las delegaciones de algunos estados? ¿La falta de voluntad política de unos o de otros? ¿O quizá la escasez de fondos disponibles en esta coyuntura de crisis económica? Tal vez descubramos algunas pistas si nos fijamos en las circunstancias que rodean esta problemática.
Para empezar, si entendemos por biodiversidad la variedad de especies de seres vivos existentes (en realidad el concepto de biodiversidad es más rico, pero será mejor no complicarnos la vida al principio), nos encontramos con que se han descrito más de un millón y medio de especies vivas en la actualidad. Especialmente rico en formas de vida es el grupo de los Artrópodos, que incluye Insectos, Arácnidos, Crustáceos, etc., con más de un millón de especies conocidas. También es muy variado el mundo de las plantas, que incluye unas 270.000 especies conocidas. Pero, probablemente, la mayor riqueza en formas de vida está aún por descubrir. Se calcula que las minúsculas bacterias y los hongos (criaturas misteriosas donde las haya, dignas de la más fantasiosa película de ciencia-ficción) guardan cientos de miles de especies esperando ser descubiertas, catalogadas y estudiadas. No hay consenso entre los especialistas acerca del número de especies que la ciencia todavía no ha descubierto, pero una estimación relativamente prudente las cifra en al menos diez millones.
Diez millones de tipos diferentes de seres vivos; diez millones de historias evolutivas diferentes, de genes, de moléculas, de soluciones fisiológicas a problemas ambientales, de comportamientos distintos... ¡Qué inmensa riqueza! ¡Qué colosal farmacia! ¡Qué extraordinaria reserva de nuevos alimentos, tejidos, colorantes, etc.! 3500 millones de años de evolución han conformado el mayor almacén de productos químicos y -no lo olvidemos- la más increíble fuente de goce estético que podamos imaginar.
Pues, bien, el ritmo actual al que está desapareciendo este formidable tesoro supera al ritmo al que se descubren nuevas especies. Dicho de otro modo, las sociedades industriales están condenándose a si mismas y a las generaciones futuras a desconocer para siempre la formidable variedad de formas de vida que puebla nuestro planeta. De entre las muchas causas de esta reducción de la biodiversidad, destaca la destrucción acelerada de muchos espacios naturales, que afecta sobre todo a algunos de los más ricos en especies: selvas ecuatoriales, arrecifes de coral, humedales, etc. Esta destrucción viene de muy atrás, pero se aceleró enormemente durante la época de dominación colonial por parte de los estados ricos del Primer Mundo, y continúa en la actualidad por causas parcialmente distintas. Muchos países en vías de desarrollo intentan satisfacer las necesidades básicas de una población siempre creciente y pagar la asfixiante deuda contraída con estados ricos , bancos, corporaciones transnacionales, etc., para lo que intentan explotar al máximo sus recursos naturales. Esto implica aumentar la superficie agrícola a expensas de la forestal, poner en explotación yacimientos minerales a costa de abrir nuevas vías de comunicación y fragmentar los hábitats naturales, sobreexplotar el suelo y la vegetación, provocando una desertificación creciente, etc. Es fácil imaginar cómo todo ello incide negativamente en la conservación de los espacios naturales y, por tanto, en la biodiversidad.
Los beneficios económicos a corto plazo de todas estas actividades fluyen hacia los países ricos (este enlace lo explica muy bien con un ejemplo) y algunas élites de los países en desarrollo. En cambio, los perjuicios recaen pronto sobre las poblaciones autóctonas y, más a medio plazo, sobre el conjunto del planeta. Por este motivo, en las negociaciones internacionales sobre conservación de la biodiversidad, algunos países en desarrollo plantean que los más ricos deben compensarles por las costosas medidas de conservación necesarias (la yasunización de Ecuador es un buen ejemplo), lo que no es bien recibido por algunos de los países más desarrollados. Hoy por hoy, este conflicto de intereses está frenando la adopción de un acuerdo internacional para proteger la riqueza natural del planeta.
Confiemos en que la sensatez se imponga y la próxima cumbre mundial sobre biodiversidad marque un cambio de rumbo hacia una protección efectiva de nuestros tesoros naturales.
2 comentarios:
!Hola Rubén!¿Qué tal?!Cuanto tiempo!
Me parece muy interesante esta entrada sobre la biodiversidad,ya que particularmente a mí es un tema que me fascina y por ende me preocupa muchísimo y cada vez más.Todo lo hablado aquí me sonaba e incluso algunas cosas ya por desgracia las conocía del libro de Miguel Delibes sobre la biodiversidad que me leí el año pasado ,un libro que me encantó por cierto.Bajo mi parecer, no somos muchos las personas preocupadas por el medio ambiente y eso se ve a simple vista solo hace falta buscar datos como estos y esperar con ansia una resolución positiva por parte de una reunión de este calibre para darnos de bruces ante la pasividad de los gobiernos.Me parece insultante que no se mire por la biodiversidad ya que en parte vivimos de ella y así será por mucha industrialización que pueda seguir desarrolándose.
Lo que no sabía es que los paises en desarrollo piden que les compensen por la terrible destrucción que estan haciendo a causa de otros países.Lo veo algo natural y lógico, pero a la vez casi imposible por parte de los paises desarrollados.
Desde luego yo pienso o mejor quiero pensar que la pasividad de las personas en general y de los gobiernos sobre este tema,esta infundada en una terrible ignorancia hacia los efectos que estó esta provocando actualmente y los cuales se agravaran en un futuro.
Espero que por lo menos en el 2012 consigan llegar a algun acuerdo y dejen de tomarnos el pelo a todas las personas que tenemos un mínimo de conciencia y visión por nuestro futuro y por toda la biodiversidad que nos rodea y que se merece el máximo respeto por nuestra parte.
Un saludo muy grande ,
Alba Parras
Alba, me alegro de verte otra vez por aquí. Sí, creo que poca gente conoce esto de la "yasunización" de un espacio natural, un concepto muy interesante y, en mi opinión, generalmente justo.
Aprovecho que lo citas para recomendar los libros de divulgación sobre biodiversidad escritos por Miguel Delibes de Castro, interesantísimos y fáciles de leer.
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