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Isaac Newton |
Lo
sé, suena un poco fuerte, aunque estaremos de acuerdo en que sirve
para llamar
la atención. Pero no es este el objetivo de tan
lapidaria frase. En realidad, con ella pretendo poner el foco en un
tópico demasiado extendido entre el profesorado de ciencias. En
muchos libros de texto, especialmente de Física y Química, aparece
un tema inicial sobre “el método científico”. Este se nos muestra como una sucesión de pasos a seguir por quien pretende hacer una
investigación científica: observar un fenómeno, formular una
hipótesis que lo explique, etc. En realidad, este supuesto método
universal es descrito como una especie de receta infalible. Si sigues
esos pasos, haces Ciencia. Así de sencillo.
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Gregor Mendel |
Es
muy frecuente que el profesorado de Ciencias (Física, Química,
Biología y Geología) comparta esta visión “clásica” de la
metodología científica -rígida y estereotipada – y la refleje en
sus clases. Conozco bastantes colegas que empiezan el curso con una
unidad sobre el método científico, así entendido, para, a
continuación, hacer lo contrario -presentación dogmática de
resultados, sin atención a cómo se obtienen - durante el resto del
curso. Pero esta es otra historia, de la que ya nos ocuparemos.
Lo
que quiero transmitir en este artículo es que la ciencia no funciona
así. Sería demasiado simple, algo así como seguir
escrupulosamente, paso a paso, una receta para hacer albóndigas. Si
tiene la receta y los ingredientes, cualquier persona, en cualquier
momento, puede hacer albóndigas, y le saldrán igual de buenas – o
de malas – que a las demás.
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Charles Darwin |
Obviamente,
los científicos no siguen ninguna receta universal e infalible.
Utilizan distintas aproximaciones, reformulan sus problemas e
hipótesis, a veces dan palos de ciego y discuten, discuten mucho
entre ellos. Por otro lado, los procedimientos, técnicas y
presentación de datos varían mucho de una disciplina a otra, e
incluso dentro de ellas. Por ejemplo, dentro de la Biología, las
diferencias en estos aspectos entre la Genética Molecular y la de
poblaciones, o la Ecofisiología y la Etología, son abrumadoras. Lo
mismo puede decirse de la Geología (Cristalografía y
Estratigrafía), Física (Electrónica y Termodinámica) o las
Ciencias Sociales.
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Albert Einstein |
Esto
no debe extrañarnos. Al fin y al cabo, las disciplinas científicas
son constructos humanos y, como tales, están sujetas a las mismas
vicisitudes que sus creadores: nacen, crecen, maduran, interaccionan
entre si, dan lugar a otras y se extinguen, a veces dividiéndose o
transformándose en nuevas disciplinas. Lo que realmente existe es la
Naturaleza y la Sociedad; las ciencias son distintas aproximaciones -
humanas - por tanto, temporales y perecederas – a ellas.
¿Significa
todo lo anterior que en Ciencia “todo vale”? ¿Podemos
interpretar la ausencia de un método único, rígido y lineal, como
indicadora de un caos metodológico, en el que cada científico hace
lo que buenamente sabe, puede o quiere, teniendo todo el mismo valor,
o la misma falta de valor? Por supuesto que no. Entre la receta para
hacer albóndigas y el haga-usted
lo-que-quiera-que-yo-responderé-lo-que-me-dé-la-gana, hay todo un
abanico de procedimientos, reglas flexibles, tradiciones, normas
consensuadas, etc., que configuran lo que Lee McIntyre ha dado en
llamar la actitud científica,
muy definitoria del conjunto de ciencias (al menos, las que tratan de
la Naturaleza), aunque teniendo siempre en cuenta que se trata de un
repertorio flexible, adaptable a disciplinas, subdisciplinas y
problemas concretos.
En
un próximo artículo desarrollaré lo que deberíamos entender por
actitud científica y
cómo puede servirnos para distinguir ciencias de pseudociencias,
además de proporcionarnos argumentos frente a amenazas tales como el
negacionismo del cambio climático, los antivacunas, el creacionismo,
etc.
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