martes, 27 de septiembre de 2011

NUESTRO LUGAR EN EL UNIVERSO / OUR PLACE IN THE UNIVERSE





Las ideas sobre el universo se han caracterizado por su antropocentrismo: el ser humano era la criatura más importante y perfeccionada del planeta Tierra, que, a su vez, era el centro del universo. La curiosidad, perspicacia y rigor de pensamiento (habilidades científicas) de muchos seres humanos  han ido sustituyendo esa concepción antropocéntrica del universo por otra mucho más compleja, en la que nuestra especie no ocupa un lugar tan primordial.
·         El geocentrismo dio paso al heliocentrismo, y éste a un modelo expansivo o excéntrico (sin centro) del universo.
·         El concepto de bóveda celeste se ensanchó en una vía láctea que, a su vez, quedó reducida a una de entre los millones de galaxias que conforman un universo en expansión.
·         La Tierra pasó de tener 6000 años (obispo Ussher, s. XVII) a 4550 millones de años, según las dataciones radiométricas más recientes. Nuestra especie sólo lleva 200000 años (0.2 de 4550 millones) sobre la Tierra, un minúsculo instante en el océano del Tiempo.
·         El ser humano ha pasado de considerarse a sí mismo una criatura singular, cuasidivina, superior al resto de los seres vivos y destinada a dominar la naturaleza, a ser Homo sapiens, una especie como las demás, sujeta a evolución por selección natural en el pasado… y en el futuro.
Pero este enorme cambio en la mentalidad humana, llegado de la mano de la ciencia, y que se ha operado en los últimos quinientos años de nuestra historia, no ha sido fácil ni indoloro. La nueva concepción del universo y de nuestra especie tuvo que vencer inercias, prejuicios, supersticiones e intereses de los poderes establecidos. Los científicos que la promovieron pagaron caro su atrevimiento, a veces incluso con su vida.
 Copérnico – padre del heliocentrismo – esperó temeroso al final de su vida para publicar el libro en que exponía su revolucionaria hipótesis. Giordano Bruno, ardió en la hoguera en Roma, en  el año 1600, por atreverse a defender la pluralidad de mundos habitados. Galileo, para evitar ese mismo final, tuvo que desdecirse públicamente de sus ideas heliocéntricas, y aún así fue sometido a arresto domiciliario hasta su muerte,…

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