Este es el segundo de una serie de tres artículos que tratan de presentar,
en términos sencillos y divulgativos, algunos de los efectos del alcohol
etílico en nuestro cuerpo. En principio, su público "blanco" debería
estar formado por estudiantes de 4ºESO,1º y 2ºBachillerato, junto con su
profesorado. No obstante, pienso que puede ser de interés para muchas otras
personas. Creo que puede ser considerado como un texto divulgativo de nivel
medio-bajo. Cualquier comentario, crítica, observación, matización, etc. será
bienvenido.
This is the second of a three-articles series
aimed to show some effects of ethanol in our body. Its target public should be
made up of 15–17-year-old students and their teachers. Furthermore, it could be
also interesting for much more people. Any comment, criticism or opinion will
be welcome.
En nuestro primer artículo sobre este tema, veíamos cómo nuestro hígado
transforma el etanol de las bebidas alcohólicas en acetaldehído, y éste – mucho
más tóxico – en acetato, la forma disuelta en agua del ácido acético.
En las mismas células que forman el hígado, el acetato es oxidado hasta
producir CO2 (dióxido de Carbono) y agua, más una importante
cantidad de energía. El metabolismo del alcohol etílico consume también una
cierta cantidad de una molécula llamada NAD+, esencial para la
descomposición allí mismo de la glucosa,
el azúcar más común de nuestra dieta.
Este mecanismo funciona con eficacia para procesar las cantidades de etanol
contenidas en nuestra alimentación habitual. Al fin y al cabo, es el resultado
de millones de años de evolución química y biológica. Sin embargo, lo que esta
evolución no pudo prever es que cierta especie de primate desarrollara una
especial querencia por bebidas más o menos ricas en etanol y, en consecuencia,
intensificara su ingesta. ¿Qué sucede en esta situación?
En primer lugar, cuando llega al hígado una elevada cantidad de alcohol se
reduce enormemente la concentración de NAD+ en sus células. La
consecuencia inmediata de esto es que la descomposición y síntesis de glucosa
se detienen. Esto significa que el hígado pierde su capacidad para mantener una
concentración constante de glucosa en sangre, la famosa glucemia. Es
como si perdiera el control sobre los dos pedales reguladores de la misma: el
acelerador (síntesis) y el freno (descomposición). Como cierto órganos consumen
constantemente glucosa, que adquieren de la sangre, la concentración de esta
molécula disminuye progresivamente sin que el hígado pueda hacer nada por
evitarlo. Llega un momento en que nuestro cerebro no recibe suficiente glucosa
para su funcionamiento, lo que desencadena una serie de problemas que pueden
llevar al desastre.
Sin embargo, uno de los efectos aparentes de las bebidas alcohólicas
es una sensaciónde calor, junto con el enrojecimiento de las partes salientes
del cuerpo: orejas, nariz, etc. Este fenómeno es causado por la vasodilatación
periférica (los vasos sanguíneos bajo la piel se ensanchan) por efecto del
acetaldehído, producto, a su vez, de la descomposición del alcohol. Así pues,
nuestro cuerpo puede enfriarse – incluso peligrosamente – al tiempo que
sentimos calor. No hay contradicción.
Rubén Nieto.