domingo, 25 de julio de 2010

LA ASOMBROSA HISTORIA DEL NERVIO LARÍNGEO RECURRENTE O EL DISEÑO INTELIGENTE EN APUROS




El diseño inteligente es la forma que reviste hoy el creacionismo, doctrina pseudocientífica que niega la evolución de los seres vivos. En su lugar, el diseño inteligente propugna que las formas actuales de vida son producto de un diseñador, generalmente identificado con el dios del Génesis, aunque también existen versiones musulmanas y judías de esta creencia.


El diseño inteligente carece de la más mínima base científica. Quien quiera conocer los argumentos que lo invalidan puede consultar, entre otros muchos sitios de interés, la web del Paleofreak, La Ciencia y sus demonios, Pharyngula, The Loom, etc. Aquí sólo voy a comentar uno de los muchos fenómenos naturales que son perfectamente explicables en térmios evolutivos y muy difícilmente en términos de "diseño inteligente". Aparece en muchos libros sobre Anatomía Comparada o Evolución, pero a mi me gusta especialmente cómo lo explica Richard Dawkins en su libro Evolución: el mayor espectáculo sobre la Tierra.


El nervio laríngeo recurrente es una ramificación del nervio vago que, saliendo del cráneo, inerva la laringe. La trayectoria que sigue este nervio es totalmente absurda e impropia de cualquier diseñador. Primero desciende, dentro del nervio vago, hasta las proximidades del arco aórtico y, por tanto, del corazón. Allí, en pleno tórax, se separa del vago, gira 180º sobre si mismo y asciende en sentido opuesto a su trayectoria anterior hasta llegar a la laringe, su destino final. El rodeo que ha dado nuestro nervio es de unos 25 cm, y en una jirafa adulta, de casi 5 metros. ¿Cómo dar cuenta de este sinsentido? Veamos una explicación evolutiva.

Si observamos este nervio en los peces - los vertebrados más antiguos según el registro fósil y que carecen de cuello - vemos que se dirige directamente a los arcos branquiales, es decir, a las agallas. Aceptando que los mamíferos, como todos los vertebrados terrestres, descienden de los peces, en un proceso evolutivo que se desarrolló a lo largo de unos 300 millones de años, podemos imaginar fácilmente cómo los pequeños y graduales alargamientos de cuello se corresponderían con alargamientos semejantes del nervio vago.

Cuando este proceso hubiera conducido a animales de cuello largo, es evidente que lo ventajoso desde todos los puntos de vista (coste energético, fisiología, posibles enfermedades y lesiones,...) sería cambiar el diseño y elegir un "atajo" anatómico para evitar ese enorme rodeo. Pero si en lugar de diseñador hubiera un proceso de cambio gradual por selección natural, cada uno de los minúsculos alargamientos con base genética no tendría apenas coste, y seguramente presentaría mayores ventajas. El resultado final: una estructura chapucera que ningún ingeniero diseñaría, pero que se explica satisfactoriamente si apelamos a un cambio progresivo ejecutado por la ciega selección natural.

La extraña trayectoria de este nervio es uno entre los muchos fenómenos que contradicen la idea de unos seres vivos tan perfectamente diseñados, que sólo pueden explicarse por la acción consciente de un diseñador. Por el contrario, muchas estructuras anatómicas parecen hechas chapuceramente, con retales de otras, con un derroche inexplicable de medios, funcionando muy lejos de su óptimo, etc. El gran biólogo J.B.S.Haldane decía con socarronería que si la naturaleza es producto de un creador, éste muestra una inmoderada pasión por los escarabajos, pues se conocen más de 400.000 especies de estos insectos. A ello podríamos añadir que el diseñador tendría frecuentes despistes, caprichos, momentos de poca inspiración,... a juzgar por los resultados. ¿No es más sensato intelectualmente aceptar la explicación evolutiva?

4 comentarios:

Ricardo, naturalista dijo...

Ay, amigo Rubén, presupones inteligencia a quienes no la tienen... lo del diseo inteligente es una filfa, como tantas, a las que se agarran ignorantes o (peor todavía), malintencionados...

Rubén Nieto dijo...

No es que me haga muchas ilusiones con los partidarios acérrimos del diseño inteligente, no. Sé muy bien que si uno se cree poseedor (en realidad, más bien poseído) de una fe indestructible, priorizará su fe sobre argumentos racionales y evidencias empíricas. Sin embargo, hay mucha gente (profanos en ciencia, incluso estudiantes) que ve este debate desde fuera, y ése es el público en que pienso al escribir estas cosillas.

José L. Castillo dijo...

¡Hola Rubén!

Me ha encantado la entrada, no la había visto (cosas del verano). La usaré, es muy útil.

Espero que esté todo bien por allí, en Sevilla (aunque por la caló no pregunto, jejeje...).

¡Un abrazo hasta que nos veamos!

Rubén Nieto dijo...

Hola, José Luis. Me alegro de verte por aquí. Echaba de menos tus comentarios. Gracias y un fuerete abrazo.

 
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