“Y luego estaban los profesores. Había que verlos.
Unos parecían descorazonados, otros cansados o aburridos, otros lo confiaban
todo a la severidad y a la eficacia, y otros fingían un dinamismo que quería
ser sincero y contagioso, pero que a Lino le recordaba a esos payasos de circo
que, de pueblo en pueblo, se esfuerzan cada noche en divertir a la concurrencia
porque no tienen otra opción, porque ese es su oficio y en él han de poner lo
mejor de su talento, de su pasión, de sus a veces escasas energías.”
Luis Landero: Absolución.
Este fragmento, obra de
uno de mis escritores contemporáneos favoritos, es digno de atención. Ni
comparto ni dejo de compartir esta visión del profesorado. Simplemente, me
parece algo sobre lo que debemos reflexionar, lejos de topicazos
pseudohumanistas y de informes burocráticos al gusto de la inspección.