Si hay un campo en el que los estereotipos carecen de fundamento, es el de la Zoología. Los humanos proyectamos en los animales nuestros afanes, inquietudes, miedos y, sobre todo, categorías morales. De este modo, dotamos a los animales (singularmente a los vertebrados) de rasgos propiamente humanos. Un águila es “noble” como una hiena es “cobarde”.
Nada más lejos de la realidad. Esta visión antropomórfica de los animales es, por supuesto falsa. Pero, además, nos impide aproximarnos de manera más objetiva (científica, diría yo si me apuráis) al conocimiento de su fascinante modo de vida. El estudio de la hiena manchada (Crocuta crocuta) constituye un buen ejemplo.
Las hienas manchadas son cazadores sociales que se organizan en grandes clanes de entre 50 y 100 individuos. Cada clan, a su vez, está formado por unidades más pequeñas (matrilíneas) en las que el individuo dominante es una hembra. Hay una clara jerarquía entre las matrilíneas del clan, de modo que el individuo alfa del clan es la matriarca de la matrilínea dominante.
Dentro de las matrilíneas y los clanes, las hembras suelen ser dominantes sobre los machos, y exhiben una conducta más agresiva casi desde el nacimiento. Se ha calculado que un 25% de las crías recien nacidas mueren en las primeras semanas de vida a causa de las agresiones entre hermanos, protagonizadas en mayor medida por las hembras.
Otra situación en la que se manifiesta la dominancia femenina es en el momento en que el grupo accede a una presa recien capturada y los individuos compiten por los mejores bocados. En estas situaciones, las hienas tratan de rebajar la tensión mediante “ceremonias de saludo”, en las que olfatean los genitales de otros individuos. Tanto machos como hembras presentan sus respectivos penes y clítoris hinchados y erectos, pero la ceremonia deriva en una actitud sumisa con más frecuencia por parte de los machos.
La dominancia generalizada de las hembras tiene su correlato en la anatomía y fisiología de ambos sexos. Las hembras suelen ser más grandes y pesadas – hasta un 10% - que los machos. Los genitales externos de las hembras presentan un aspecto claramente masculinizado. El clítoris está hipertrofiado y, en erección, tiene un aspecto muy similar al de un pene. Los labios vaginales, engrosados y fusionados, están flanqueados por dos bolsas de grasa, de manera que el conjunto guarda gran parecido con un par de testículos en su escroto. El resultado de todo ello es que puede ser difícil identificar el sexo de una hiena manchada a partir de la simple observación de sus genitales externos.
La Fisiología Animal nos enseña que tanto el dimorfismo sexual como las diferencias de conducta entre sexos tienen su causa inmediata en el sustrato hormonal propio de la especie. ¿Qué diferencias hormonales hay entre machos y hembras de hiena manchada? Este será el tema de la próxima entrada.