Se parece mucho al mejillón aunque realmente no lo es. Se adhiere al sustrato y su apelativo de “cebra” procede del dibujo que porta. Su longitud máxima son 5 cm y es una especie invasora además de producir cantidades de huevos extremas. Se extienden porque se adhieren al fondo de las grandes embarcaciones.
Los efectos más negativos que tienen son, primeramente, desplazar especies autóctonas, asentarse encima de poblaciones de otros moluscos preexistentes, matándolos. También se adhieren a estructuras y bombas de trasiego. Atascan las tuberías y por ello se debe gastar mucho dinero en la limpieza. El único pez que las devora es el Rutilus rutilus, de agua dulce pero no acaba con la población entera del mejillón cebra.
David Aldridge, en la ponencia inaugural dictada en el Congreso Europeo de Malacología, ha propuesto utilizar toxinas microencapsuladas que se basan en el modo de alimentación de los bivalvos. Es la filtración de partículas que están en suspensión en el agua, pero hay que comprobar que éste método no es dañino en otras especies.
En EEUU, la presencia de este bivalvo invasor ha causado en unos diez años pérdidas por valor de unos 1.600 millones de euros. España no ha conseguido escaparse de la invasión del mejillón cebra: En 2001 se detectaba su presencia en Cataluña, en el bajo Ebro, y en la actualidad ha logrado instalarse en nueve comunidades autónomas.
Natalia Jiménez.
Alexandra Solís
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