En una anterior entrada presentábamos la asombrosa vida social de las hienas manchadas, que viven en grupos matrilineales liderados por una hembra alfa, al tiempo que las hembras muestran mayor tamaño y agresividad que los machos. Los genitales femeninos presentan un aspecto muy masculinizado, con un clítoris similar a un pene, y unos labios mayores que se asemejan a testículos.
En esta entrada presentaremos muy brevemente las bases fisiológicas de estos caracteres, así como una posible explicación evolutiva.
Los machos adultos presentan unos niveles de testosterona en sangre superiores a los de las hembras, como cabría esperar. Sin embargo, las hembras tienen unos niveles más elevados de androstenediona, otra hormona androgénica (induce caracteres secundarios masculinos), pero de origen ovárico. Durante la etapa prenatal, ambos sexos tienen concentraciones muy similares de ambas hormonas. Sin embargo, el feto femenino está dotado de un enzima que le permite convertir la androstenediona en testosterona. Esta parece ser la causa de la acusada agresividad femenina, así como de su dominancia frente a los machos.
En cuanto al mayor tamaño de las hembras y sus genitales masculinizados, también se podría explicar por la presencia de testosterona durnte algunas semanas de su desarrollo embrionario. Este “baño” precoz de testosterona sensibilizaría los receptores de hormonas androgénicas en muchos órganos embrionarios, de manera que una posterior exposición a estas hormonas, incluso a bajos niveles, desencadenaría una masculinización anatómica.
Esto podría servir como explicación sucinta y aproximada del “cómo”, pero también hay que buscar un “para qué”, una utilidad (que no un propósito, no caigamos en finalismos) que nos explique la persistencia de este dispositivo fisiológico a lo largo de la evolución. Pues bien, la masculinización de las hembras de hiena manchada podría serles de gran utilidad social y ecológica al permitirles abordar con éxito las siguientes tareas:
1.- Su participación en las ceremonias de saludo, importantes para cohesionar el clan de cara a la caza cooperativa.
2.- La competición por presas frente a otros clanes y frente a otras especies depredadoras: leones, leopardos, etc.
3.- La defensa del territorio del clan, protegiendo para éste tanto el espacio de caza como las crías, que son las víctimas preferidas de otros clanes.
Aún queda algo importante por explicar: la causa original de que la selección natural generara y mantuviera este complejo mecanismo. Una hipótesis plausible supone que todo comenzó porque unos genitales femeninos masculinizados podrían favorecer a sus portadoras en las importantes ceremonias de saludo, claves para el reparto de comida y el reconocimiento de las jerarquías. Los cambios hormonales necesarios para conseguir esos genitales masculinizados, acarrearían, a su vez, las demás transformaciones morfológicas, fisiológicas y etológicas.
domingo, 10 de mayo de 2015
UN RESPETO PARA LAS HIENAS - 2
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