viernes, 9 de enero de 2009

EL CENSO DE VIDA MARINA Y EL ADN OCEÁNICO




Con motivo de la búsqueda de futuros fármacos o biocombustibles en el genoma bacteriano del Océano y de completar un registro mundial de seres vivos oceánicos antes del 2010, el pasado mes de noviembre de 2008, tuvo lugar el primer Congreso Mundial de Biodiversidad Marina en Valencia (organizado por el CSIC, instituto de Ciencias del Mar de Barcelona; y la red de excelencia europea de institutos de investigación marítima MarBEF).
Carlos Duarte, Premio Nacional de Investigación en 2007, narró en esta reunión que “hasta hace 20 años los biólogos marinos pensábamos que la actividad humana era incapaz de afectar a los océanos a escala global”. Este científico considera que la congregación de la comunidad científica experta en biodiversidad marina en este primer congreso mundial ha sido provocada por la aplastante evidencia de una aceleración de la degradación global de los océanos.
Factores como la sobrepesca, la contaminación y la urbanización desmesurada del litoral han provocado una erosión global de la biodiversidad marina, que junto al cambio climático pueden causar un deterioro catastrófico en los océanos del planeta.
Debido al conocimiento irrisorio en general sobre la vida oceánica, la elaboración de un censo marino mundial es indispensable para la adecuada adopción de medidas correctoras que ayuden a salvaguardar a las especies oceánicas, y con ello el futuro conocimiento que éstas nos deparan.
En el Observatorio Microbiano de la Bahía de Blanes (Girona), el equipo de Pedrós-Alió ha hallado nueve nuevas especies de bacterias, gracias a la técnica de pirosecuenciación, que permite obtener 400.000 secuencias de ácidos nucleicos en un solo día. El jefe de este equipo también nos afirma que gracias al ARNribosómico de las bacterias éstas pueden ser diferenciadas unas de otras, como podríamos hacer entre el plumaje de distintos tipos de aves.
Debemos saber que de los 1.000 millones de especies bacterianas marinas que se cree que pueden existir, la ciencia solo ha descrito 6.000, y esto demuestra la poca información que podemos utilizar a partir de los insuficientes conocimientos de los que consta la comunidad científica en el campo marino. Es por eso por lo que los biólogos marinos saben de la importancia en la investigación de los genes de algunas bacterias hoy desconocidas que esconderían elementos que podrían ser útiles para la fabricación de medicamentos o de biocombustibles. Gracias al abaratamiento de las técnicas que posibilitan la lectura del genoma bacteriano, el desarrollo de estos estudios es mucho más acelerado.
También debemos saber que a raíz de esta primera reunión se han expuesto varios enfoques ante el problema que plantean especies invasoras como las microalgas, y de cómo apaliar su avance y los efectos negativos que son consecuencia mayoritariamente del calentamiento global.
Según el trabajo de Nova Mieszkowska (perteneciente a la Asociación de Biología Marina del Reino Unido), “las especies invasoras de microalgas marinas avanzan 50 kilómetros cada década, desde el sur hacia el norte, debido con mucha probabilidad, al calentamiento global”.
Como último punto destacable de la reunión de Valencia, debemos reseñar la actitud del ecólogo holandés Rudolf, para quien todo esto puede ser reversible y tener una solución que nos costaría, según él, como máximo 15.000 millones de euros, y con ello se protegería de manera efectiva el 20 y el 30% de los sistemas costeros.
¿Pero realmente debemos creer que este complejo problema puede solucionarse con unas medidas de coste tan bajo, o pagaremos a cambio un precio muy alto?




Judith González.


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